1ª Jornada:

PUNTO PARTIDA:

Posada de Valdeón (930 metros).

DIFICULTAD:

Difícil.

DURACIÓN:

8 horas.

DESNIVEL:

1.600 metros.

CARTOGRAFÍA:

Adrados. Picos de Europa. Macizos Central y Occidental. Escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

Sin llegar a la plaza de Posada, nos desviamos por una callejuela. La entrada es evidente (a parte de estar señalizada con las marcas del PR que baja a Caín), pues libra por la derecha las edificaciones de bandera, y por la otra mano una finca, haciendo esquina con la calle principal (tuvo en pasados veranos, un remolque-bar con terraza; el año pasado contaba con una porterías de futbito). Esta calle secundaria va alternando hórreos, hostales y casas de diferente aspecto.

Debemos dejarla en un giro a la izquierda que, pasada una casa, sale de Posada por un puente que cruza el río Cares.

Del puente se desdoblan dos pistas. La de la derecha es el Camino del Bustio, señalizado como PR, que se encamina al Mirador del Tombo. El de la izquierda, que ahora seguimos, dobla a una fresca valleja. Una somera sombra que se apaga al entrar en las abiertas praderas que alimentan los ganados de Posada.

La pista cruza una riega, y, tras una revuelta, se adentra por el centro de los campos, a ganar una loma. Loma altiva donde se habilitan campamentos de jóvenes. Continuamos ascendiendo, para afrontar los tornos moribundos de la pista.

Un sendero sube en dirección Norte, dejando a la derecha una cabaña. Regresa a la loma de la sierra, dirigiéndose a una roca que hace de jito indicador. De la piedra, el sendero pasa a una valleja que, en tornos, corona la majada de Pantivalles, apenas un chozo mangado en un altozano, presidiendo la encrucijada de Posada de Valdeón.

Pantivalles queda engolado en la esquiva loma que, por momentos, acariciábamos. El sendero traspone en diagonal a la otra vertiente. Un corto respiro, en flanqueo descendente por la ladera de escobas y matorral.

Esta travesía da paso a otra valleja, sin comparación, por sus proporciones, con la de acceso a Pantivalles. Metidos en la vaguada, nos ceñimos a un pasillo entre la morrena de la derecha y las hayas del Monte Piergua. Camino natural en que se agradece un bebedero artificial de fresca agua. En la bañera animal se reflejan el sector del Llambrión y la Torre del Friero, en el vecino Macizo Central.

Sobre la fuente, un ramalazo de bosque. El sendero pierde su compostura, acosado por las lleras y por un surco natural de ingentes proporciones. Una tormenta de mediodía, dejó medio canalón de Pambuches esparcido entre las horcadas cimeras y el curso del Cares.

El sendero libra el obstáculo, y se tira al centro de la ladera del llerao. Toma de perspectiva para sacudirse de árboles y vallejas. La ladera asciende en busca de un embudo que se forma entre los contrafuertes de Pambuches (los picos de la Collada de Pambuches, que, por dificultad, no tiene nada que ver con la Horcada de Pambuches, que tratamos de alcanzar) y las Traviesas de Urdén.

Para esta subida directa, el sendero vuelve al sistema de los tornos. En uno de los tornos, unos metros a la derecha, encontramos la Fuente de Urdén. Metidos en el embudo, la senda continúa ganando altura por la salida de las traviesas. Ya sólo le queda flanquear toda la ladera, cortada por el, ahora, más profundo surco de piedras y tierra.

Se acabó la comodidad. El camino sigue su curso hacia la Collada de Pambuches. Pero, como ya dije, no es lo mismo la collada que la horcada. La Horcada de Pambuches es una brecha estrecha, afilada entre las Torres de Arestas y la Torre Ciega. El Canalón ya lo venimos intuyendo desde Posada, mas aquí toma un aspecto más desafiante. No hay pérdida, la madre naturaleza nos ha indicado el camino, una línea de tres metros de fondo y cinco de ancho (de largo, hasta el Cares).

La Torre Ciega forma un farallón de verticalidad, donde –con frecuencia- juegan las arañas en cordadas de dos o de tres miembros. Por toda la base de la pared se extiende una ladera de pedriza, que en esta zona llaman lleraos. Aprovechamos las Lleras de Pambuches para ir ganado altura, a fin de entrar en el infierno de equilibrio inestable.

Una senda dobla en el canto vertical de entrada al canalón. Esta penosa angostura, vertebrada por el profundo surco surgido en sus entrañas, detesta el hastío. Veredas de los gráciles rebecos y agujas que pinchan el cielo, se suceden ante nuestros ojos, cuando podemos detenernos en suelo firme (o sea, nunca).

la parte superior de la quebrada, se desdoblan dos ramas. La de izquierda corona la Horcada de Pambuches (1984 m.), aunque la trepada final es algo más comprometida. El ramal de la derecha, presenta una trepada más continua, pero con tramos menos expuestos. Alcanza una horcada superior, escondida de las vistas de los paseantes de Posada de Valdeón.

Desde la Horcada de Pambuches se pueden ascender la Torre Ciega (2261 m.) o las Torres de Arestas (2133 m., la cimera). La cara Norte de la Torre Ciega era una trampa natural. Los rebecos, que pululaban por sus crestas, sólo tenían un embudo de bajada. Los cazadores esperaban a los confiados familiares de las cabras para dispararles. De ahí el topónimo de esta montaña.

Para no vernos sorprendidos por los disparos, escapamos a las Torres Arestas. La más próxima nos lleva al terreno de la escalada; la intermedia no tiene más interés que sumar otra cumbre a nuestro historial (IIº), y la tercera (2122 m.), la más sencilla, encierra una balconada natural sobre el Valle de Valdeón y el monte de Corona, es decir, el alto Cares. Está mangada en la esquina del Cornión, el macizo de la Peña Santa (cuya mirada se fija en nosotros). Por la otra vera del Cares irrumpen los Urrieles, de los que se desgajan, vertebradas por la Canal de Asotín, las Peñas Cifuentes (la Torre del Friero).

Al Norte de la Horcada de Pambuches se empoza el Hoyo Tras el Horcado, al que descendemos con confianza. Entramos, sin embargo, en un territorio inédito para el Grupo de Montaña Llama Ello. Eso sí, sin inconvenientes, porque –como dice su nombre– “ya llama ello”.

Al otro lado del hoyo, nos dirigimos a la collada que forman los contrafuertes de la Torre Parda (que cierra el hoyo por el Oeste). Evitado este crestón descendente, vamos sorteando los altos de la Canal de Tras la Invernosa, siempre con tendencia Norte – Noroeste. El extremo de este mundo caótico de lleras, llambrias y peñas, que esconden restos de antiguas majadas de Valdeón, se aparta el Cueto el Caballo (1903 m.). Por sus faldas se descuelga la Cuesta el Caballo, laderas de pasto que vierten al alto Capozo.

Por la Cuesta el Caballo descenderíamos a entroncar con el camino de la Canal de Capozo, por donde discurre la alternativa de esta primera jornada. Aunque el terreno ofrece otra alternativa en dirección Oeste-Sudoeste. Una amplia vaguada glaciar que se extiende entre la Torre Parda y Cotalbín (jito de Vega Huerta). Por vegas, canalones y sendas entramos en los Hoyos del Caballo Cimero. En la misma dirección corta, por lo cimero, el Camino del Burro, desde el Alto la Canal (o Collao del Burro) hasta dar la vuelta por la trasera de Cotalbín, en su final en Vega Huerta.


Alternativa: Posada de Valdeón – Camino del Bustio – Canal de Capozo – Vega Huerta

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

1.200 metros

DESCRIPCIÓN:

A la salida de Posada, en el mismo puente del Cares en que se despiden los compañeros de la ruta difícil, tiramos a la derecha, por el Camino del Bustio (paralelo, que no a la vera, del río Cares).

Este camino recoge otro ramal que viene de Posada, a la altura del cementerio, justo en la cabecera del embalse del Cares. Cruzamos algún loco corriendo y algún pescador desesperado, en este tramo hasta los muros de contención del embalse.

El camino continúa por prados de siega, con la vista cómplice de la Torre del Friero. El río Cares vertebra el Camino del Bustio, por las laderas de su margen izquierda, y el canal del embalse y la carretera de Caín, por la otra mano.

Un giro inesperado, a la altura del pueblo de Cordiñanes, y corto descenso a la carretera de Caín (que, pasado aquel pueblo, cruza a esta margen del Cares). Un poco de asfalto viene bien al cuerpo, sobre todo si acaba en unos metros. En la primera revuelta de la carretera, sobre el Mirador del Tombo, en pleno giro, retomamos el camino.

Faldea a media ladera bajo los contrafuertes de las Torres de Arestas. Laderas de matorral, caliza y argayos, en los extremos del Cornión y bajo la atenta mirada de las torres de los Urrieles.

El paseo se recrea, sin perder continuidad, en la sombra del Monte Corona, por sus laderas superiores. En un claro del bosque, cruzamos la riega La Farfada. Brota, unos metros más arriba, en la base de una farallón impresionante, sobre el que se precipita toda la abertura de la Canal de Tras la Invernosa (por cuyos altos atravesarán nuestros compañeros a empezar la tarde).

Primera avanzada de la peña. Una travesera evita una canal (entrada a la Canal de Tras la Invernosa). Breve episodio que nos devuelve al Monte de Entre el Redondo. El bosque apaga la luz. La peña cobra su protagonismo. En Los Cabidos comienza la subida. Este sedo ya no es más que un camino tallado en la roca. Los últimos árboles de gran porte ceden el testigo a los arbustivos avellanos.

Sendero y avellanos van a ir guiando nuestros cansados pasos. No olvidamos los torrentes, que, resecos, se precipitan hacia el fondo de la canal. Los avellanos se encaraman en los cantos cimeros de la canal. Pero, al final, el pasto gana la partida. El sendero inicia la travesía hasta el alto de Capozo. A nuestra izquierda queda la Cueva del Agua. En su interior mana agua de la roca. La fuente no la descubrimos hasta que nos adentramos en las entrañas de la tierra.

Sobre la cueva se extienden las laderas de Cuesta Caballo, en cuya cimera, podríamos coincidir con el otro grupo. También podríamos continuar por el sendero de la Canal de Capozo. Llega en travesía a una vega, en el fondo de la ya exigua Canal de Capozo. Canalón arriba, por el Hoyo Cabrero, se emboca directamente a Vega Huerta. Mas el sendero, remonta en pindia subida, por el Verón del Corbo, inconfundible bocado de peña.

Cansada subida que empieza a suavizarse en Carbanal. Este infinito puerto, se extiende desde las Cerras que vierten a la Canal de Mesones (cuyo vigía es la inexpugnable Torre de Los Cabritos) hasta las lomas de Vega Huerta.

El puerto de Carbanal recibe, con desagrado los regalos de Peña Santa, guardados en la Pedriza de Carbanal. No hay que olvidar que, elevada sobre el pastizal, irrumpe una montaña de unos dos kilómetros de longitud y seiscientos metros de altura. La Reina del Cornión, donde iremos contemplando la Brecha de los Cazadores (por donde pasaban los rebecos a la vertiente Norte de la montaña) y la mítica Canal del Pájaro Negro, una de las más clásicas de Peña Santa.

En Vega Huerta está enclavado uno de los refugios más importantes de Europa. Uno de los pocos que cuenta con una calidad de cientos de miles de millones de estrellas (si esta cifra existe); o sea, la máxima calidad. Aunque, a veces, presenta alguna gotera.

2ª Jornada:

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

300 m. en ascenso, y 1400 m. en descenso.

DESCRIPCIÓN:

Al Este de Vega Huerta fluyen los pastos que vierten a la Canal de Capozo, enmarcados por los Urrieles; al Norte una pared que rebasa el cielo; el Oeste, La Duernona (descenso al río Dobra en el puerto de Carombo), ceñida entre el corte de la Punta Extremera y las Garitas, y, al Sur, el Pico Cotalbín, en cuya base vemos la cueva en que se refugian los que se ven sorprendidos por el mal tiempo.

El Camino del Burro, da la vuelta a Cotalbín por la derecha. En el Alto de la Canal dobla hacia la Canal del Perro. En este punto lo abandonamos, descendiendo para adentrarnos en los Hoyos Cavados. Volvemos a vagar sin rumbo, mirando un punto en el horizonte: la Horcada Ancha (2245 m.).

La Horcada Ancha, por sus dimensiones tiene más de collada que de horcada; no obstante, el corte de Peña Bermeja basta para otorgarla la categoría de horcada.

Flanqueamos, como podemos, las caídas de la Torre Bermeja. La horcada se halla entre esta peña y Pardo Pescuezo. Esta peña está anexionada a la Torre Parda, por lo que podemos coronarla en la travesía hacia las cumbreras de la Torre Parda (2314 m.).

La Torre Parda es un mirador de nuestro pasado inmediato: la Horcada de Pambuches, las Torres Arestas, El Cueto del Caballo y los Hoyos del Caballo Cimero. Tan inmediato, que en media hora podríamos plantarnos en aquella horcada.

Regresados a la Horcada Ancha, iniciamos la travesía del desierto, desierto de dolinas y pedriza. Los Hoyos Llorosos forman un rectángulo en cuyos vértices se yerguen: Pardo Pescuezo (Noreste), Torre Bermeja (Norte y Noroeste); Torre de Ita (Sudeste), y Torre del Collao Verde (Sudoeste). Nuestro camino imaginario corta en diagonal esta alta meseta de esquina a esquina, desde el Horcada Ancha (Pardo Pescuezo) hasta la Canal del Bufón (Torre del Collao Verde).

La boca de entrada de esta canal se encuentra a la derecha del Bolo (atalaya sobre el Collao Pambuches), quedando comprimida bajo las paredes de la Torre del Collao Verde. Una canal de peña y gravera que recala en el Hoyo del Bufón.

El camino normal se dirige al Este, en descenso a una roma collada de alfombrado pasto: el Collao Pambuches. El sendero del Llama Ello gira en sentido opuesto (Oeste), a coronar el Collao Verde, una campera más pequeñita, bajo los paredones de la torre a la que da nombre.

Devolado el collado, la senda se bifurca: la Travesina y la Travesona. La travesina es una vira que baja en diagonal a mojarse en la cascada que riega la Vega de Llos. La Travesona es una banda horizontal, intermedia entre las cresta Moledizos – Bermeja y la Vega de Llos. Las laderas de la cresta se entuban en un argayo que, cortando la Travesona, rompe en cascada sobre las laderas de Llos.

La vereda atraviesa de parte a parte la banda de La Travesona. Por debajo un una cueva de refugio del ganado, dobla a las colladas que miran a la Cimera del Frade. El sendero entronca en otra senda que enlaza la Cimera del Frade con la Peña Parda. El sendero traspone esta amplia collada, asentada en un peñasco de oscuras peñas, de ahí el topónimo “parda”.

Estamos en la vertical de la cuevona de salida de la Travesona. Apreciamos el Collao Verde y la Travesina, vira que corta en diagonal la franja de peña de la Travesona. Este hábil sendero finaliza en la cascada, mencionada en párrafos precedentes, que cierra el circo de la vega de Llos.

Nuestro sendero, pasada la cimera de Peña Parda, ya gira para dirigirse, ladera abajo, a los pastos de Llos. En plena campera de bloques, recibimos la senda que viene del Collao Jover, al pie de la Peña Parda. Unidos se encaminan al bebedero de la majada.

La Vega de Llos, recogida al amparo del macizo de la Bermeja, sólo tiene mirada a la cabecera de Valdeón, punto de fusión de los Picos de Europa con la Cordillera Cantábrica (sector del Gildar). La morrena de la Loma la Flor hace de muro de contención de los vientos que entran por la Garganta del Cares. Esta llomba sigue la línea del Collao Verde y de la Torre del Collao Verde (también llamada Torre la Flor).

A unos metros del bebedero, a espaldas de la Peña Parda, cruzamos la llamarga de un regato. El sendero entra en una vaguada descendente de campera que forma parte del conjunto de Llos. Unas rodadas de todoterreno se remarcan en el pasto. En la loma que cierra por la derecha esta parte de la vega, adherido a un peñasco, y enmarcado en los últimos contrafuertes del Cornión, se recorta el chozo de Llos.

La vaguada se va entubando, buscando ser engullida por el bosque. Del fondo del cauce de la vaguada salimos por la derecha, dejando que sea la pista la que se engulla por el hayedo. Una dirección diestra engañosa, pues, en una revuelta la pista gira, iniciando el faldeo es dirección opuesta.

La pista abandona el bosque, de forma momentánea, bajando a los últimos apéndices de la Loma la Flor. Una campera de pasto saca a la pista de la loma, cayendo por su vertiente derecha. Reposamos en un bebedero, en la base cercada del prado. Unos se detienen a beber; otros a leer el tinglado de carteles; ¡Pero, si todos los caminos van a Roma! La pista baja, por Argoya a Caldevilla; el camino también señalizado como PR, tira para Soto, y, de éste, nosotros nos desviaremos por otro, menos pintado, que también recala en Soto (con todas sus variantes). Los vecinos de Caldevilla van a misa a la iglesia de Soto, y llegan primero a sus casas que los del extremo de este pueblo. Posada queda algo más distante, unos quince minutos.

En la fuente dejamos la pista, cogiendo el camino que pasa junto a la entrada del prado. Un suave descenso forma la comba del Collao Bustiello, que remonta de frente por la mata de hayedo del Pico del Cuerno. El amplio collado está pelado de bosque por su vertiente Oeste. De ahí que se marque el rastro del camino que baja a Soto, objeto de las cuadrillas de desbroce del Parque. Por la otra vertiente, el hayedo levanta una muralla de altos troncos (engalanada según las estaciones).

Nos apartamos del camino en el punto central de la collada. En un pequeño hoyo, en el linde del bosque, entra un camino, en diagonal descendente hacia la izquierda. Luego baja cerrando una recóndita pradera, escondida en el monte, trazando una par de giros. Una nueva diagonal, en parte embarrada por un descuidado bebedero, da una inmutable definición de la palabra bosque. El tramo es breve, pero intenso. El camino salta a una riega, reconvertido en pista.

Se inicia una travesía por las faldas inferiores de este extremo del Cornión. El bosque recula ante el matorral. El sol nos calienta la nuca, mas el guiño del Friero nos recompensa. En el fondo del Valle de Valdeón, por la abertura de una valleja, descubrimos los tejados de Soto.

La travesía por la ladera pasa la altura de Soto, aunque ya toca a su fin. Un chozo, disimulado en un altozano, marca el declive del paseo. En un suspiro la pista traza una revuelta que señala el cambio de rumbo. Empieza la definitiva pérdida de altura. O no tan definitiva, según la opción.

En el primer tramo de descenso giramos sobre la pradera de Palombar, cuya cabaña queda a la vera de la pista. Seguidamente llegamos a una collada, encrucijada disimulada de caminos. La pista toca la collada y continúa su descenso a las praderías de Soto. Por la loma de la collada sale un sendero. Pero nosotros cogemos, a contramano, una pista por la derecha de la collada. Bosque, pradera, repecho forestal y muerte en una vega tomada de helecho.

En la misma vega, por llamarla así, nos tiramos valleja abajo, por la derecha. Pronto, entre los helechos, se empieza a dibujar un sendero. Se adentra por el fondo de la valleja. Ésta confluye con una aneja, con su correspondiente camino. Ambas, fusionadas, forman un valle de vega por donde discurre el arroyo Los Ríos.

El camino faldea alto sobre el recóndito valle. Una alameda de vega, arroyo, matorral y bosque, desagua en la pista de las praderías de Soto. Pasado el puente del arroyo Los Ríos, llegamos al Soto rural. Una cuadra nos recibe. En el rebalgo del alto Soto, entroncamos con el camino que viene del Collao Bustiellu.

Bajamos por la calle del Rivero a la travesía llana que vertebra todo el pueblo. A la izquierda está el antiguo camping de Soto, que separa el Cares del camino que sigue hasta Posada. Estamos en un extremo del pueblo, al otro está la iglesia y la ermita. A medio camino, giramos a la izquierda para sentarnos en el bar, sin llegar al puente que sale a la carretera del puerto.


Alternativa

DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

5 horas.

DESNIVEL:

300 m. en ascenso, y 1400 m. en descenso.

DESCRIPCIÓN:

De Vega Huerta al Alto la Canal (o Collao del Burro) podemos desviarnos a la Punta Extremera (corte sobre la Duernona) y las cimeras de Cuetalbo. Otras opciones son los Altos del Verde o los Moledizos, ambos comprimen la Canal del Perro, por donde habremos de descende.

Los Moledizos quedan en línea con la Torre Bermeja. No obstante, lo mejor es darle la espalda, y continuar a los Moledizos bajos, balcón impresionante sobre el Frade y Vegabaño.

El Camino del Burro, que nos guía desde Vega Huerta, devola la Canal del Perro en el Alto la Canal. La Canal del Perro queda colgada sobre la vaguada del Frade, que vierte a Carombo. El camino gira, evitando el corte, e inicia una travesía bajo las faldas de pedregal de Los Moledizos bajos.

En un descanso ascendente, corona la Cimera del Frade. En el primer torno del sendero, por la vertiente que mira a Valdeón, nos desviamos por un ramal que baja faldeando hasta la Peña Parda. En este tramo de descenso, coincidimos con nuestros compañeros de la ruta larga, con los que nos confundimos en el descenso a la vega de Llos. Sin perder el ritmo, los intentamos seguir a rueda hasta el bar de Soto. Si nos dejan atrás, podemos atajar por el camino del Collao Bustiello.