PUNTO PARTIDA:

Soto de Sajambre (925 metros).

DIFICULTAD:

Alta.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

1.100 metros.

CARTOGRAFÍA:

Adrados Picos de Europa, Macizos Occidental, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

En la parte alta del pueblo de Soto (de Sajambre) se bifurcan dos senderos señalizados. El primero es un PR (Sendero de pequeño recorrido), pintado con marcas blancas y amarillas. Se trata de un circuito casi circular que sube hasta la majada de Vegabaño. El otro, un GR (Sendero de gran recorrido), está señalizado con marcas blancas y rojas. Este tipo de senderos están numerados, pero nos basta con su denominación, en este caso, entramos en la Senda del Arcediano.

La Senda del Arcediano es un camino carretero que unía Asturias con Castilla por las estribaciones de los Picos de Europa, vertebrando el submacizo llamado del Precornión, entre el río Sella y el Dobra.

Apenas utilizaremos un reducido tramo de este camino, que nos permite alcanzar el puerto de Beza. Este breve recorrido por la calzada medieval de la Senda del Arcediano, se inicia (sin cruzar el río) al lado del puente que pasa a las últimas casas de Soto. La pista remonta por la izquierda de la tienda-bar. En una revuelta y con un repecho continuado, se planta en una mirada aérea de Soto y su cerrado valle inferior.

Pronto llegamos a un cruce. La pista de la izquierda se dirige a Güembres. Nosotros giramos a la derecha, buscando las laderas que vierten al valle alto de Soto. Por las colladas que cierran la cabecera del valle, despuntan las verticalidades de Peña Santa de Castilla.

Sólo apuntar un ramal que nos queda a contramano, antes alcanzar los invernales de Valdelosciegos. Al lado del que nos queda a la vera del camino se encuentra la fuente, que no es más que una riega remansada para beber. Inmediatamente la ladera cede, irrumpiendo los farallones de Peña Beza. En unos metros llegamos a otro cruce. El camino que sigue de frente busca la Collada de Barcinera. Nosotros trazamos la revuelta de la pista y nos dirigimos a Los Collaos.

Los Collaos cierran la hondonada de la majada de Pandemones. El primero, el de la Mosca, devola al Sur; mientras que del de Pandemones, donde muere la pista, cabalga entre el Este y el Oeste.

Ascendemos por la cuerda del Collao de Pandemones, apenas unos metros, para recoger el sendero que ladea sobre la majada que da nombre al collado. Cierra la ladera un canto rocoso, contrafuerte del Jurcuetu –apéndice de Beza–. Un par de revueltas superan el obstáculo en uno de los tramos de empedrado que aún se conservan de la Senda del Arcediano. El paisaje es hermoso, mas no puedo engañaros, una línea de tendido eléctrico nos acompaña.

En suave descenso recalamos en una valleja, cuya cabecera se cuela entre los contrafuertes de La Conia y las faldas del Jurcuetu, por la entramos en el puerto de Beza. El bebedero del puerto se encuentra a medio camino entre la Portilla del Tarabicu o Portillera de Beza (límite entre Asturias y León, por donde pasa la Senda del Arcediano) y la Collada de Beza.

Nos dirigimos a la collada, que devola hacia el Sur, dejando el GR perderse al Norte, por tierras asturianas. La Collada de Beza es la desigual depresión que enlaza el Jurcuetu y el farallón de Beza.

Para coronar este fortín existe un paso por la llamada Canal de Misa, una acanaladura que quiebra por la mitad la muralla calcárea. Hasta la base de la canal seguimos una larga calvera que se extiende desde la collada hasta –prácticamente– la canal.

La Canal de Misa finaliza en una horcada desde la que se divisa el monolito pétreo del Canto Cabronero. Peña Beza es la otra cima principal de esta cimera del Precornión, que mira al valle de Soto, pero que no alcanza ni la altura ni la esbelta figura de aquél. Entre ambas se intercala la Peña de Cebolleda, cuyos contrafuertes interrumpen nuestro paso hacia el Canto Cabronero.

Trasponemos la horcada cimera de la Canal de Misa, bajando unos metros por una acanaladura. Pronto gira el sendero, iniciando un arco que atraviesa el fondo del alargado y descendente valle.

Al otro lado, el sendero de tierra llega a los citados contrafuertes de la Peña de Cebolleda. En la base del contrafuerte, se forma una umbría cueva, donde se resguardan las vacas. Cerca de la cueva se toma el sendero se trepa entre las peñas para pasar a la Majada Llano. Las ruinas de la majada se encuentran algo más a nuestra derecha. Nosotros vadeamos una riega que recoge las aguas de la cabecera de este otro valle, ya superadas las vertientes de Beza.

Ahora nos dirigimos al Canto Cabronero. Tenemos que ganar bastante altura. Remontamos en diagonal una larga cuesta, hasta llegar a la base del torreón Oeste de la montaña, del que nos separa una valleja de pedrera.

El sendero se pega al costado Norte del torreón. Asciende por la base de la pared, dejando a nuestra izquierda un hombro. Seguimos subiendo hasta llegar al canalón de la vía normal. Éste está cegado por abajo. Para entrarlo se puede entrar por un pasillo en travesía por la llambria de la derecha. El embudo presenta unos resaltes que se van sorteando con fáciles trepadas.

La cabecera del embudo se abre en una pendiente herbosa que corona la arista somital, que corta sobre la colgada panda herbosa de la cara Sur. La salida a la cresta de la vía normal nos sitúa entre la cima Occidental del Cabronero y la Central. Ascendemos a ésta, desde donde ya divisamos la cima principal.

La vertiente Norte de la montaña vuelve a ser más accesible. Una interminable canal se descuelga sobre los pastos de Sabugo, en la Senda del Arcediano. La cumbre somital del Canto Cabronero se muestra muy airosa; mas, descendida la cresta que nos separa de aquélla, vemos que nos es tan fiera. Unas gradas por la vertiente Norte (Iº/IIº) nos permiten ganar los últimos pasos de la arista, ahora sí, volada sobre los desventíos de la desconocida cara Sur (aunque la entrada a la cima es franca).

El Canto Cabronero es el techo del Precornión. Tenía una gran cruz. Trepábamos a sus brazos para intentar alcanzar con la punta de nuestros dedos la barrera de los dos mil metros. La cruz ha caído, aunque fue repuesta alguna vez. Si todavía sigue en el lugar o no el cuestión superflua, pues el Canto Cabronero ya ha crecido hasta los dos mil metros. Las montañas, como las personas, crecen hasta su juventud, y luego vuelven a decrecer hasta se vejez.

Sí había en el centro de la cruz unos versículos de la Biblia, que yo tardé tiempo en comprender: "Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis, porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron" -San Lucas, 10, 22-24-. La primera vez que ascendí al Cabronero, la niebla se adueñaba hasta de las piedras. Volví otras veces, y fue en ellas cuando comprendí que era un privilegiado. Allí estaba yo, mirando de frente a la reina de la Montaña de Covadonga.

Para el descenso hemos de desandar el camino recorrido hasta la Collada de Beza. En la collada tenemos que doblar hacia el Camino de los Rocinos; pero descubrimos que se nos han adelantado los del grupo de la alternativa, cuyos pasos ahora seguimos.


La alternativa mucho más sencilla es:


DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

4 horas.

DESNIVEL:

600 metros.

DESCRIPCIÓN:

La alternativa del día, sigue la Senda del Arcediano. Ganada la Collada de Beza, por los mimos pasos de los que nos preceden en la ruta al Canto Cabronero, entramos en un PR que muere justo en la collada contigua, donde está la muria que deslinda Asturias y León.

Aunque el PR es bastante más largo, nos basta recorrerlo en el tramo final, siguiendo el Camino de los Rocinos. El Camino de los Rocinos (como bien nos explica José Antonio Castro Busto en su blog, “Asturies Irredenta” –ver “Caminos tradicionales”–) es una servidumbre de paso por tierras leonesas. Los pastores de Amieva (Asturias) pasaban sus ganados por Sajambre (León), en su trashumancia a Carombo (majada perteneciente al ayuntamiento de Amieva), en la vera del Dobra.

Devolada la collada, el camino de Los Rocinos se confunde con una serie de traviesas paralelas. Puede afirmarse que en este punto no se trata de una camino único, sino de una red de sendas que pierden altura hacia la collada del Olla. Lo mejor es hacer una serie de precisiones de este tramo del camino.

Desde el bebedero en que gira el GR de la Senda del Arcediano, nos dirigimos a la citada Collada de Beza, amplia abertura entre el solitario Jurcuetu y los farallones de Peña Beza. La collada vuelve a mostrarnos, desde las alturas, el empozado valle de Soto de Sajambre. Una riega naciente empieza a fluir hacia el Sur, deslizándose por una lengua de campera que se detiene en un coteruco calizo. Estamos en la vertical de la Senda del Arcediano, en el tramo de pista que nos había conducido al Collao Pandemones.

Traspuesta la collada, nos adentramos en los faldones de Peña Beza. Al principio no perdemos prácticamente altura. Cruzamos las fuentes del mediodía del puerto, y vamos doblando a las traviesas de matorral de esta vertiente de Beza.

Buscamos el camino más pisado, con suerte el que nos mete en las marcas de pintura. En otro caso, seguimos las sendas paralelas que van descolgándose hacia uno de los caminos troncales de los Rocinos.

En medio del faldón de Peña Beza, apreciamos una verde collada, un apéndice en las plegadas vertientes de matorral. La llamo la collada del Olla, una falsa collada que nos permite fijar el rumbo de descenso; pero en realidad no estamos sino divisando la majada del Olla.

La aparente collada no es sino una llomba que cierra un hoyo. Las ruinas de la majada miran al abierto valle de Soto, en el extremo final de la loma, donde se tumban las vacas a rumiar; mas el camino principal rodea la hoyada por el Norte.

El Olla es más que un pequeño pozo, anexo a la majada. Las faldas de Beza se interrumpen en una vasta depresión de grandes lleras y peñascales. Los matorrales alternan con la desigual caliza. Una mancha de bosque recubre los derrubios de la fortaleza de Beza.

El camino se cuela entre peñas, en los lindes del hayedo. Tras los primeros compases, nos adentramos en el bosque. Aunque cruzan varias veredas de las vacas, el camino siempre tiende a la derecha. Busca el corte de la meseta del Olla, abierto entre los peñascos que se sostienen sobre el valle. Aquí empieza el descenso más acusado, con vistas cortadas al pueblo de Soto.

Las rocas van cediendo, el camino vuelve a buscar su sentido diagonal y el bosque se detiene momentáneamente. Apenas prestamos atención a la configuración de la ladera, las blancas cumbres de los Altos del Verde y los Moledizos se elevan sobre una cuenca fluvial empozada entre estas cimeras y los hayedos de Barcinera; pero atrás ha quedado la hoyada del Olla, retornando el faldón de Beza, que se desliza sobre el valle.

Breve episodio de bellas panorámicas que se suspende al volver a las manchas boscosas. La senda continúa en diagonal. Más abajo, aparece otro camino, casi carretero, que sigue nuestra dirección. Ambas rutas están llamadas a unirse. El Camino de Los Rocinos vierte sobre el principal, que viene desde Valdelosciegos (ahora recordamos el camino que se desgaja de la revuelta de la Senda del Arcediano, pasado este invernal) por la majada de Llagubeño. Estamos en el puerto de Barcinera, a la sombra del hayedo que cierra el valle de Soto. Las riegas se precipitan cantarinas mientas se pierden en el monte. Un viejo bebedero de piedra canaliza un mínimo de agua para la sed de las vacas. A nosotros nos toca sufrir el barrizal.

El camino prácticamente llanea, suspendido a media ladera entre las hojas de los árboles. El pasillo se detiene en la Collada de Barcinera. Un mojón marca el final de la servidumbre por tierras leonesas. Las vacas ya vuelven a los pastos asturianos de Carombo. La collada es un hueco en el bosque. Sobre las copas de las hayas irrumpe la Peña Santa, con el apelativo de Castilla.

Pero hoy no queremos conocer Carombo ni las márgenes del Dobra; sólo queremos completar el recorrido por el valle de Soto. La Collada de Barcinera y la vega de Vegabaño son las dos depresiones que cierran el cegado valle.

Entre Barcinera y esta vega se extiende una pista que cogemos a unos metros de la collada. El ramal de la izquierda es el que baja a Carombo, siguiendo las marcas del PR de la Jocica (por el que discurre el Camino de los Rocinos). De frente continuamos a Vegabaño, por una variante del PR, también señalizado.

La pista envuelve por el Oeste la vertiente de Las Devasas, una antecima de la calva punta de la Cotorra de Escobaño, balcón natural del alto Dobra. Esta cima es el punto de engarce entre el techo del Precornión (el Canto Cabronero) y el Pico Jario, que ya devola sus vistas a la Cordillera Cantábrica.

La pista rodea, al final, por una campera aledaña de Vegabaño. Un pequeño y descansado escorzo que mece en las ondulaciones de la bucólica vega. Aunque las altas cabañas están remozadas de modernidad, el pastizal no ha perdido su belleza natural. Cabañas, pasto, ríos, bosques y el declinar del Cornión, el Macizo de Peña Santa, hacen de Vegabaño uno de los tesoros de los Picos de Europa.

Mientras unos se acercan al refugio que está al otro lado de la vega para tomar unos refrescos, otros lo hacen para conseguir una perspectiva unitaria de la verdadera esencia de Vegabaño, que es la Peña Santa y los hayedos de Sajambre.

Vegabaño y la Collada de Barcinera son depresiones de engarce entre el Sella y el Dobra. Y, en medio, Soto de Sajambre, “el jardín de Peña Santa”.

El descenso al pueblo lo realizamos por otro sendero señalizado, un nuevo PR. La pista retorna al valle por el extremo Noroccidental de la vega. Al igual que el camino de Barcinera (que empalma con el Camino de los Rocinos), faldea mansamente por las vertientes del Jario. Este pico y los farallones de Beza son las cúspides que comprimen el valle de Soto.

Más adelante, encontramos el cable que corta el acceso a los coches. No se trata de una carretera, seguimos por una pista, mas....

Pasada la barrera, en un recodo de peña de la pista, nos dejamos caer por el talud inferior de la pista. Una vereda destrepa unos metros hasta recobrar la caja del antiguo camino. Ahora no es más que un atajo hacia una pista secundaria, por el que volvemos a las marcas del PR.

La nueva pista sigue en parte el trazado del antiguo camino. No tenemos más que seguirla en su descenso hacia el fondo del valle. Todas las riegas superiores que fluyen desde las faldas de Beza y del Neón (apéndice del Pico Jario) recalan en el subsuelo de una vasta pradera, cercada por el monte, en la cabecera del valle. La pista entra por la Boca de Miraño, puerta de la vega, atravesando un río que anega el camino. Es el río Agüera, el río de Soto, el causante de la incomunicación de una valle cerrado por un salto que rompe sobre el Sella, ya en la carretera que malcomunica con el pueblo. Espléndida cascada de los Picos de Europa, prácticamente extinguida por un embalse, una tubería y una minicentral eléctrica.

En la Boca Miraño el bosque cede el testigo a las praderías del valle. El camino carretero se precipita rápidamente por el amplio fondo de fincas e invernales, en un vertiginoso descenso hacia el pueblo de Soto.




Fotos de la salida a la senda del Arcediano de Ricardo el 23-09-2018 Fotos de la salida a la senda del Arcediano de Bea el 23-09-2018