Portudera es una modesta sierra, arrinconada en las estribaciones noroccidentales del Macizo Oriental o de Ándara. Su máxima altura son los 1.346 m. del Paré Llanedo, en la línea de cumbres que cierran la margen derecha del Desfiladero del río Duje. Por la vertiente que mira a Arenas de Cabrales, sólo se destaca un peñasco de redonda figura que convierte sus 1.247 m. en una sucesión de verticales que emergen de las mismas orillas del río Cares. El Redondu y el Paré Llanedo, son pues, los objetivos de la jornada.

Se conservan en las laderas norteñas de la sierra los restos de una calzada –dicen- romana, que se ha consagrado como uno de los caminos lebaniegos que confluyen en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Constituye esta ruta la columna vertebral en torno a la que se articularán los dos recorridos programados.

PUNTO PARTIDA:

En Tielve (Cabrales.

DIFICULTAD:

Muy Alta.

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

700 m. de ascenso y 1.200 m. de descenso.

CARTOGRAFÍA:

56-I del IGN, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

Tielve es aldea cabraliega, intermedio del Desfiladero del Duje, tajado por este afluente del Cares entre las estribaciones de los Macizos Central (Peña Maín) y Oriental (Portudera).

Hacia Tielve mira todo el corte Sur de Portudera. Cuanto más se hunde el Duje en los bajíos del Desfiladero, más altivas y cortantes despuntan las cimas de la sierra. Y es en este desfile de líneas verticales donde el Paré Llanedo disimula coqueto sus 1.346 m. de pura vertical calcárea. Identificamos la montaña por su doble cima y la rampa diagonal que la corta (La Broquera Cuantú), que da nombre a la cumbre secundaria y, por extensión, a todo el conjunto.

El Cuantú (Paré Llanedo) se intercala entre otras dos perfiladas montañas de Portudera. A su izquierda el Agudo Sonllanu irrumpe cual punta de flecha sobre el más redondeado Cabezo Sonllano. Al otro lado, y en primer término, la Peña Crimienda, cuya cueva la delata. Se muestra esta oquedad en la parte alta de la Canal de Crimienda.

La Broquera Cuantú y la Canal de Crimienda son las vías más directas de entrada a las cimeras de la sierra. No obstante, buscaremos pasos más accesibles en las canales que se encuentran en la vertical del pueblo. El paso más frecuentado es el Seu la Cruz, a la izquierda del Pico Tresgobio. Esta peña se caracteriza por el tono bermejo de su corte. Más al Este la sierra adquiere un mayor volumen, caso de la Cabeza Redonda.

Para coronar la cimera de Portudera por el Seu la Cruz no tenemos más que remontar ladera arriba por la cuenca de desagüe que se forma a la izquierda del Pico Tresgobio. El sedo remonta las más escarpadas inclinaciones de la parte superior.

Una vez en lo alto no tenemos más que seguir la línea de sierra en dirección Oeste. Al principio se muestra más perfilada, con bonitos asomos sobre el Paré Pellitero, otra de las aberturas que desaguan al Duje. Más adelante, a la altura de la Peña Crimienda, se va modelando una loma hacia el Norte, formando una sucesión de hondonadas.

Sorteamos las desiguales ondulaciones, llegando incluso a rebasar la cima a la que nos dirigimos. En el extremo de la depresión que se forma entre la loma montuna de La Polvorosa y la Cabeza Llanedo, nos tiramos decididamente hacia esta cumbre, tratando de alcanzar su cresta occidental.

Su cima (1.346 m.) está cortada sobre el Desfiladero del Duje. Tras Peña Maín irrumpen las blancas calizas de Los Urrieles, entre cuyos riscos ocupa una posición de privilegio el Naranjo de Bulnes. Ándara y el viejo Parque Nacional de la Montaña de Covadonga tampoco escapan a la contemplación desde esta atalaya.

Descendemos de la cumbre para retomar el sendero que traíamos, y que dobla por las faldas de La Polvorosa hacia la vertiente Oeste de los Puertos de Era. Siempre dando vuelta a esta loma montuna coronada por el penacho que hace las veces de cima.

En el desdibujado extremo noroccidental de la loma dobla el sendero para iniciar el flanqueo de su vertiente Norte, ruta envolvente que hemos de seguir; pero con una pequeña pausa, atraídos por la sugerente ascensión a una montaña que ya se nos ha mostrado a la vista y que sale en forma de proa de buque sobre las angosturas del Cares: El Redondu.

Para aproximarnos a esta montaña seguimos la línea de cresta que la precede, evitando por cualquiera de los costados los coteros que la configuran. El flanco derecho es más tumbado, pues son laderas de matorral que remansan en la hondonada de pastizal de la majada de Somas. La vertiente opuesta es la mirada al Cares, al tobogán sinfín de la Canal de Ovar.

Más adelante la cresta se perfila, y no queda más remedio que cabalgar sobre sus peñascos. La arista presenta cortas trepadas de IIº aderezadas con un flanqueo a cientos de metros sobre la Canal de Ovar. Este estrecho corredor puede evitarse por las inclinadas laderas herbosas de la otra vertiente, la que mira hacia Arenas de Cabrales.

Una canaleta, que se puede evitar trepando a la peña de la derecha, nos deja en el morro de la cima, cuya mayor dificultad es la llambria de arranque.

El Redondo (1.247 m.) es una de las miradas más imaginativas a la profunda quebrada del Cares. Una mirada a vista de pájaro en competencia con el vuelo de los buitres que nos envuelven entre sus planeos circulares. Pico majestuoso que también llaman del Águila, topónimo más utilizado en Tielve, que ya cuentan con su Cabeza Redonda (apuntada en párrafos precedentes).

Tras un prudente destrepe, retornamos a suelo firme. Remontamos la cuesta hasta retomar al camino que habíamos dejado interrumpido (aunque cabe otra alternativa de descenso por la majada de Somas, que queda al arbitrio del guía).

Un sendero flanquea la vertiente Norte de La Polvorosa. Un largo camino antes de dejarse caer a la majada de Tresmialma, un puñado de ruinas apiñadas en lo alto del afloramiento calcáreo que hace de muro de contención de la voluminosa cuesta de matorral que culmina en La Polvorosa.

Aquí el cambio de dirección es patente, devolamos entre las ruinas de Tresmialma hacia el Norte. Bajamos manteniendo la dirección, hasta que el sendero ya se va internando de una valleja que (tras recibir el sendero que viene de las majadas de Somas y Espinas) nos conduce a Fuente Teja.

Sin más opciones que seguir el lecho de murias y cabañas, terminamos encauzados en un camino empedrado que nos anuncia el comienzo de la vieja calzada. Sale de la valleja con acusado flanqueo a la derecha para unirse, en la Cruz de Pruvia, al ramal que viene de Umardo.

La Calzada Romana de Caoro conserva cuarenta y cinco revueltas de resbaloso empedrado. Serpentea por toda la umbría norteña de los Puertos de Era, en diagonal descendente con vistas a Arenas de Cabrales. Una poblada mancha de corte mediterráneo es el resultado de los microclimas que derivan de una orografía tan compleja como la del Cares.

La calzada remansa en el Collao Castiello, al lado del puntiagudo pináculo calcáreo que le da nombre. A partir de aquí apenas se conservan contados retales de empedrado. A parte de alguna cabaña dispersa, el protagonismo en el epílogo de la ruta lo acaparan las cuerres. Estas sencillas construcciones de piedra dan fe de la abundancia de castaños que acompañan nuestro descenso.

El camino pasa sobre el canal de aguas que embalsa sobre la Central Hidroeléctrica de Arenas (reaprovechamiento del Cares a la altura de Poncebos), para dar sus últimos quiebros antes de morir en la carretera por la que subimos a Tielve, en sus inicios en el barrio del Cares, en Arenas de Cabrales.

La alternativa mucho más sencilla es:

DIFICULTAD:

Muy Fácil.

DURACIÓN:

5 horas.

DESNIVEL:

600 metros de ascenso y 1.100 de descenso.

DESCRIPCIÓN:

Si nuestros compañeros se decantan por subir por el Seu la Cruz, los abandonamos a las afueras de Tielve, en la pista que sube a la majada de Valfrío.

Esta pista se coge en la plaza del pueblo. Podemos evitar un tramo siguiendo las trazas del antiguo camino que sube a Valfrío.

En la majada dejamos la pista, para subir, valleja arriba hasta la majada de Entrejano. Aquí enlazamos con el camino lebaniego que seguía los restos de las viejas calzadas romanas.

No entramos en el verde valle de Entrejano, sino que seguimos el camino faldeando las laderas que vierten sobre las praderías de Valfrío para colarnos en los Puertos de Era entre la Cabeza Redonda y el Alto el Valle, dos de las montañas más voluminosas de la sierra, destacando ésta por las placas instaladas en sus cimeras.

Al devolar la collada entramos en los dominios de una de las más importantes majadas de la sierra, la de Tordín. Tampoco nos dejamos caer en sus jardines, sino que la bordeamos por la izquierda, para, en otra collada, darle la espalda y bajar a un rebosante bebedero.

Un corto alto en el camino sirve como excusa para acercarse hasta el Pico Aliveros (intermedio entre el Pico Tresgobio y la Cabeza Redonda), una auténtica pirámide vertical desde Tielve, que por esta vertiente de Portudera apenas es un promontorio en una llanada de matorral. La balconada sobre el Desfiladero del Duje sorprende por lo inesperado.

Retomamos el sendero de descenso entre el matorral rastrero que recubre toda la planicie. Vuelve a marcarse definitivamente al entrar entre unos peñascos, a la izquierda de la riega que se alimenta del bebedero.

Gira a la izquierda, separándose definitivamente de este regón que se despeña por los montes de Vierru, para acercarse a una nueva riega. Ésta viene por el lecho de una profunda vaguada que nuestros compañeros verán apuntar en su paso por Tresmialma. Nosotros nos contentamos con cruzarla para remontar por la Cuesta Les Cuerres. Superada la cuesta empieza a ceder el matorral. Aparecen las primeras vegas, estamos prácticamente en la majada de Umardo. Otro conjunto de cabañas que quedan al margen del camino, apiñadas en un extremo de esta recogida vega. Seguimos ruta adentrándonos en un terreno menos ondulado. Empiezan a predominar lo xerros, mal terreno para el ganado en que las hierbas y el matorral se cuelan entre los escares calcáreos, aunque nosotros nos dejamos conducir por el camino.

Al otro lado se encuentra la majada de Tambrín, que apuntamos a ver por su lado más amable, desconocedores de la otra cara de la escondida vega, los temibles Virdios de Canantambrín que se descuelgan sobre la majada de La Pernal, en las vertientes del bajo Cares.

En Tambrín ya vamos girando, entre murias e invernales, hacia la Cruz de Pruvia, donde iniciamos propiamente el tramo mejor conservado de la vieja calzada romana, ya unidos a la otra alternativa de la jornada.