PUNTO PARTIDA:

En Pido (930 metros). A 3 Kms. de Fuente Dé, en la carretera de Potes a Fuente Dé..

El Coriscao

DIFICULTAD:

Sin dificultad en el recorrido. La dificultad puede venir dada por su duración y desnivel, aunque es opcional subir al Coriscao.

DURACIÓN:

8 horas.

DESNIVEL:

1.300 metros.

CARTOGRAFÍA:

81-I del IGN, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

El Coriscao, con sus 2.234 m., es la cumbre dominante del sector de la Cordillera Cantábrica comprendido entre los puertos de Pandetrave y San Glorio. Sus mayores desniveles los presenta por su vertiente norte, que se desliza bajo los conservados hayedos de la cabecera del Valle de Camaleño (Liébana), cuya riqueza botánica ha propiciado la extensión del antiguo Parque Nacional de la Montaña de Covadonga más allá de los límites geológicos de la formación montañosa que da nombre al nuevo parque nacional: los Picos de Europa.

Esta vertiente Norte del Coriscao es una sucesión de valles paralelos que vierten al Deva. La ruta se adentra en su ascenso en el valle del río las Bárcenas, para en su tramo final, seguir el curso descendente del río Cubo a su morir en el Deva a la altura de Cosgaya. Entre ambos valles se intercalan las cuencas de los ríos Peñalba y Lera, que podrán ser recorridas por aquellos que, prefiriendo afrontar un recorrido más suave, busquen una más asequible alternativa que consiste en flanquear a media ladera las faldas norteñas del Coriscao, atravesando en horizontal los referidos valles de Peñalba y del río Lera.

Se inicia la andadura en el pueblo de Pido (930 m.), próximo a Espinama y asentado en la margen derecha del incipiente río Deva. Un ramal asfaltado nos lleva a una quesería, donde se encuentra el desvío de la pista que nos mete en el valle del río Las Bárcenas. El camino viene marcando, desde Pido, la línea divisoria entre el bosque y las praderías que se extienden a lo largo de las cuencas de ambos ríos. Al doblar para penetrar en las plácidas vegas remansadas del río las Bárcenas, se deja a nuestra espalda la amesetada mole de Peña Olvidada, irrumpiendo sobre el cegado circo glaciar de Fuente Dé.

El río Las Bárcenas es el resultado de la confluencia de tres arroyos: Salvorón, Canalejas y Mobeja. La pista pronto toma sentido ascendente, faldeando en continua pendiente por las boscosas faldas orientales del valle. Sin darse uno cuenta, perdido en la espesura del hayedo, va girando hasta acabar metido en plena cuenca del río Salvorón. No es hasta el último trecho de la subida cuando se tiene un primer y lejano contacto con el río. La pista sale a la luz en una primera y abierta pradería. A nuestra espalda se alza altiva la llomba calcárea de la Torre de Salinas. A medida que se sigue ganando altura van apareciendo el resto de torres que configuran todo este sector del Macizo Central que se eleva sobre la meseta de Fuente Dé, que van desde la Torre del Llambrión hasta la destacada figura de Peña Vieja.

Otro breve repecho, nos adentra en el último y breve tramo de bosque. Enseguida se cruza el lecho del río Salvorón y se entra definitivamente en los puertos que le dan nombre. La pista va desapareciendo entre el pasto, hasta llegar a su fin al pie de la Cabaña de Salvorón. La desnuda caliza de los macizos central y oriental de los Picos de Europa, contrasta con el mosaico de flores que alfombra este rellano del puerto y donde domina la espigada genciana. Tras dos horas de marcha, el grupo ya está preparado para escindirse en dos.

Mientras los más dados al deleite y menos al sufrimiento doblan al Este hacia la majada de Peñalba, el resto remonta el curso del regato de Salvorón. Al otro lado de la breve angostura frontal del circo que se eleva al Sur, se descubre, escondido en un rincón, el lago de Salvorón, apenas una amplia charca transparente, alimentada con el manantial que da origen al río Salvorón. En sus cristalinos reflejos baila acompasada la estilizada coquetería de Peña Vieja. Una pétrea figura inmóvil que cobra vida con el suave soplido que el viento proyecta sobre el cristal en que se refleja.

Rebasada con holgura la línea superior del bosque, se afronta la parte más dura del ascenso. Un camino sube por el frontal del circo a ganar la inmensa llomba que lo cierra por el Este. Ha de remontarse ésta en toda su integridad hasta coronar la línea troncal de la Cordillera Cantábrica, por donde viene trazada la línea administrativa del Parque Nacional de los Picos de Europa, y que conduce a la misma cima del Coriscao.

Esta cumbre goza de una de las vistas más reconocidas de las montañas cantábricas. No sólo controla visualmente las más afamadas cumbres de los Picos de Europa, sino que es la antesala del sector dominante de la Cordillera Cantábrica, los dominios de Peña Prieta y el Curavacas, más allá del Puerto de San Glorio. Vastos valles de pasto como el de Luriana apuntan un tipo de vegetación que anuncia la proximidad de la meseta castellana. El descenso se efectúa por el lado opuesto de la montaña. Una pronunciada bajada nos deposita en el Collao Valdeloso, que cierra por arriba la cabecera de la cuenca del río Peñalba. Al otro lado de la collada, abandonando el pisado sendero que baja al Collao de Llesba, se encuentra la Peña los Calares (2.008 m.), un escarpado promontorio desplazado de la cuerda cimera de la cordillera.

Superadas sus escarpadas peñas, nos descolgamos monte abajo, por las peladas laderas norteñas de la vertiente lebaniega. Casi trescientos metros de pronunciado descenso hasta la Collada Gobia (1.740 m.), paso entre el Puerto de Peñalba y la Sierra Culebrera. En esta collada el grupo que ha coronado el Coriscao se une al itinerario alternativo que viene de la Cabaña de Salvorón por la majada de Peñalba.

En la collada nos desviamos al Este, por un sendero que corta las faldas de la Peña Los Calares. Atraviesa toda la cabecera del río Lera (que encierra en sus sombrías entrañas un hayedo de especial relevancia ecológica) para, convertido en poco frecuentada pista, encaramarse a los lomos de la Sierra Culebrera.

Se baja por toda la cumbrera de esta sierra que separa las cuencas de los ríos Lera y Cubo. En una falsa collada (1.593 m.) se dobla a la vertiente Este, dando vista al Prao Cubo y abandonado la compañía visual del Macizo Central. Ha de bajarse a la majada Culebrera antes de salir a la pista principal que, procedente del Collao de Llesba (en ruta al Puerto de San Glorio) nos baja a la campera del Prao Cubo, ya en los dominios del hayedo.

La pista se interna en el hayedo, afrontando un vertiginoso descenso por la cuenca del río Cubo. Lleva sin pérdida hasta Cosgaya; sin embargo, cabe desviarse de la misma pasado el primer tercio del descenso, bajando por un ramal secundario al pequeño puente romano que da inicio a una perdida calzada romana que baja acompañada por un río del que la pista principal se desentiende en todo su descenso. Olvidada toda referencia del macizo central, muestra ahora el pequeño de los tres hermanos, el Macizo de Ándara, sus mejores galas. La Morra de Lechugales y Silla Caballo, sus máximas alturas, presiden un complejo entramado de canales y pasos dignos de los más recónditos rincones de los Urrieles.

Aguas abajo se retorna a la margen derecha del río (orilla por la que se entraba al puentecillo de origen romano), y ya se encamina al próximo pueblo de Cosgaya. El autocar espera algo más abajo, en el barrio de Areños, aparcado en el entorno del afamado Hotel del Oso, cuyo nombre evoca el nostálgico pasado en que osos y urogallos campaban a sus anchas en los vastos hayedos de este paraíso ecológico de la alta montaña cantábrica.