PUNTO PARTIDA:

Curvona de Sotres (940 metros), en la carretera de Poncebos a Sotres, ochocientos metros antes de Sotres.

DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

4 horas.

DESNIVEL:

La ruta presenta un par de cuestas de unos doscientos metros de desnivel cada una. En relación con los tramos de descenso apuntar otra tirada de un desnivel aproximado y el último tramo, de descenso más continuado, que se sitúa en torno a los 500 m. de bajada.

CARTOGRAFÍA:

Adrados Picos de Europa, Macizos Central y Oriental, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

Se plantea otra ruta desde Sotres, que otra vez empezamos en la Curvona de Sotres. Volvemos al Collao Pandébano y, aunque nuevamente remontamos por toda la comba de la collada, esta vez es para seguir de frente, ladera de matorral arriba.

No hay en este tomado faldón evidencias de camino, sí rastros confusos sin principio ni fin. Ganamos altura, refrescados en la sombra que no abandona las laderas que miran al Cantábrico. Las cabañas de La Terenosa se van haciendo más pequeñas a cada paso, mientras buscamos rebasar las alturas de Maín, sobre cuyas cabezas calcáreas refleja el crudo sol del estío.

No intentamos una subida directa, atacando la ladera sin compasión, sino que nos vamos escorando con intención hacia la izquierda, buscando un oblicuo canalón que vertebra toda esta vertiente de Las Moñas.

Encauzados en el canalón no tenemos más que progresar, montaña arriba, a medida que el viejo camino de la majada nos va contando su historia.

Nos creemos cerca del cielo cuando la ladera quiebra su penosa monotonía. El camino disimula con sus tornos finales, como queriendo dilatar la esperada sorpresa.

La ladera se transforma en un estanque vegetal de ondulados pastos. Los cencerros aún resuenan entre las ruinas de una majada dejada de la mano del olvido. No es Las Moñas una majada de hermosos paisajes, sino un paisaje en sí misma. Una pausa en el latir de la montaña, donde laderas y quebradas encuentran una tregua.

La cabeza a que da nombre la majada es la montaña que se eleva sobre nuestras cabezas, cuya falda forma la boca que frena toda esta suave vaguada de Las Moñas. Puede atacarse directamente, ladera arriba. Su cumbre es engañosa, pues se esconde detrás de la roma cabeza que se ve desde las cabañas.

La Cabeza Las Moñas (2.078 m.) es un morro abierto a los cuatro vientos. Cae visualmente sobre las Vegas de Sotres, en pleno valle glaciar del río Duje, conjunto de vega e invernales dependientes del pueblo de Sotres, que tampoco se escapa a nuestros dominios contemplativos. El Neverón de Urriellu y Los Albos son los máximos representantes de un macizo de calizas, en contraste con vegas de pastizal como la de Las Moñas.

Siguiendo la comba del cordal nos encaminamos al Cabezo Los Tortorios (2.148 m.), cuya cúspide cierra el vértice extremo de este submacizo deudor de Peña Castil. Durante la aproximación a esta montaña se irá perfilando la monolítica silueta del Picu Urriellu.

El Cabezo Tortorios corta sobre el Collao Camburero, en el remansar de uno de los lados de la pirámide de Castil. Para bajar al collado seguimos el canto de Los Tortorios hasta que encontramos la muezca de paso a la vertiente de la collada, que se alcanza en pocos minutos.

Entre Los Tortorios y las faldas de Peña Castil se cuela una herbosa canal que fluye hacia las Vegas de Sotres, en pleno valle glaciar del Duje, con todo el Macizo de Ándara como telón de fondo. Doblando el canto de los costados de Castil que cortan sobre la cabecera de este valle se esconde la Cueva del Hielo.

Para dirigirnos a la cueva, iniciamos la ascensión a Peña Castil. En los primeros compases de la subida, con apenas unos metros ganados sobre el Collao Camburero, devolamos una falsa collada hacia la izquierda. Es el arranque del flanqueo sobre la canal de descenso a Las Vegas de Sotres, una travesía sobre un cuenco cegado de la misma. Sin llegar al collado que cierra el flanqueo, remontamos una canaluca herbosa, para doblar el canto superior. Al otro lado ya se intuye el recogido jou en que se oculta la boca de la cueva. Hasta bien entrado el verano mantiene una lengua de nieve que dificulta la entrada a la gruta. La nieve remansa en un suelo plano y transparente, un bloque de hielo de varios metros de grosor en el que apenas podemos mantenernos en pie. Los cercos cubiertos de agua que reciben las gotas del techo de la cueva, son los restos de las columnas de hielo que se forman en la estación fría. Con un frontal y unos crampones, podremos ir descubriendo los misterios de este depósito de hielo.

Las opciones de regreso son dos: la canal apuntada por la que bajaríamos hasta las Vegas de Sotres, y la variante del programa por el Jou del Carnizosu.

En este caso, tendremos que seguir un sendero que corta todo el faldón de Peña Castil, tras cuyas diagonales irrumpe la monolítica cimera del Naranjo de Bulnes. El costado opuesto de esta pirámide de Castil, es una quebrada tajada sobre la depresión del Jou del Carnizosu.

El sendero dobla el canto, y se cuela entre las peñas, buscando el fondo del jou. Se trata de una ruta de paso a la Canal de La Celada, a través de la alta collada empastada con las llambrias verticales de la cara Nordeste del Naranjo.

Una vez en el Jou del Carnizosu, dejamos la senda que flanquea las pedreras, para girar hacia la boca de desagüe de esta cubeta. Nos colamos por su collada inferior, siempre buscando el terreno más favorable del lecho acanalado que fluye desde la depresión. En la parte baja corta nuestra trayectoria el trabajado camino de servicio del refugio de la Vega de Urriellu.

Sin pérdida seguimos camino a cerrar el círculo en la majada de La Terenosa, tras merendarnos el penoso repecho hasta los contrafuertes inferiores del Collao Vallejo.




La alternativa mucho más sencilla es:


DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

4 horas.

DESNIVEL:

La ruta presenta un par de cuestas de unos doscientos metros de desnivel cada una. En relación con los tramos de descenso apuntar otra tirada de un desnivel aproximado y el último tramo, de descenso más continuado, que se sitúa en torno a los 500 m. de bajada.

ACCESOS:

No siendo la capital del concejo, Arenas de Cabrales se erige como capital turística del mismo. A 5 kilómetros se encuentra Poncebos, siguiendo la carretera AS-264, que -desde esta villa- remonta el curso del río Cares hasta el embalse y Central Hidroeléctrica de Poncebos.

El topónimo Poncebos se ha extendido a toda la zona de aparcamiento donde se reparte la gente que transita por la Senda del Cares, camina por el viejo camino de Las Salidas de Bulnes o se adentra en el túnel del Funicular que ahora sirve de modo de transporte a este pueblo de Bulnes.

A unos metros de la mecedura del río Duje con el Cares, arranca la carretera CA-1 que, por todo el Desfiladero del río Duje, sube hasta el pueblo de Sotres (11 km.). A mitad de trayecto descansan las casas de Tielve, punto final de esta ruta.

DESCRIPCIÓN:

La carretera CA-1 vertebra todo el Desfiladero del río Duje. Esta ruta ofrece una perspectiva distinta del significado de este desfiladero, pues recorre bosques, majadas y pastos apartados de los fondos del apretado Duje, pero enlazados con éste por viejos y empedrados caminos muriados del puerto.

Sotres.

Sotres (1050 m.) es uno de los pueblos más altos de Asturias. Se ubica en el fondo de un abanico de praderas que miran hacia las blancas peñas del Macizo de Los Urrieles. Sin embargo, físicamente tiene aposento en el macizo totalmente vertebrado por las pistas mineras de Ándara.

Erigido como el clavillo del abanico que forma este rincón de Ándara, sus edificaciones frontales se alzan sobre la carretera escapada del Desfiladero del Duje, en un cambio de fisonomía geológica donde el desfiladero se transforma en valle glaciar.

1) Sotres – La Caballar.

La primera etapa de esta ruta alternativa busca los invernales de La Caballar, edificaciones de piedra bastante grandes que se encuentran en las inmediaciones de Sotres. Este refugio invernal para el ganado goza de una privilegiada posición visual. Encaramado en la collada formada entre el Cabezo Sonllano y las faldas montunas de la Pica Fuentesoles es casi un mirador pastoril a los fondos de Sotres y a las más destacadas torres del Macizo Central.

La Caballar era punto de paso de la pista que doblaba la Sierra de Pirué para bajar al pueblo lebaniego de Tresviso, una ruta de enlace entre Comunidades, cuencas hidrográficas y quesos de tipo picón. La Sierra de Pirué es límite entre Asturias y Cantabria; vierte sus aguas a los ríos Duje (al Oeste) y Deva (al Este), y acapara los pastos donde se hacen los quesos más afamados de España, el queso Cabrales por un lado y el Picón Bejes/Tresviso por el otro.

Pero esta antigua pista cuenta desde hace bastantes años con el piso asfaltado que la reconvirtió en carretera. Las pistas de la parcelaria también han modificado la fisonomía de este abanico de praderas, montes y cuestas, afectando a los viejos caminos pastoriles.

Pueden trazarse varias variantes por un lado u otro de la carretera. Paso a la descripción de una de estas alternativas al asfalto.

En plena calle troncal de Sotres, en el cruce en que hace esquina el descuidado y gran lavadero, arranca el ramal que sube a la principal área de aparcamiento. Nuestra ruta se desvía por el lado opuesto, por un ramal que sube a contramano hacia el Sudoeste, haciendo de linde entre casas y prados.

Obviando un ramal sin más trascendencia a la misma salida del pueblo, se encuentra un cruce destacado a las espaldas de Sotres, bajo unos riscos con aire de escuela de escalada. Ambos ramales conducen a un mismo destino, siendo el de la izquierda el que pasea sin mayores desniveles y acorta considerablemente el trayecto.

Sin embargo, la descripción se decanta por la pista que continúa de frente, pese a todos sus inconvenientes. Se adentra en una mancha arbustiva para descubrir, en una revuelta de la pista, un bonito mirador. Un banco espera en este canto calcáreo, al lado de uno de los invernales que jalonan el recorrido. Esta posa natural abre la vista al Canalón de Braniella, sobre el que se irgue el voluminoso Pico (De)Boru, atalaya prominente de Sotres.

Este canalón se precipita, en breve cañón reseco, sobre la pista que sube a los pastos de Áliva, a la altura de los invernales del Texu y de Cabao. Aquí puede fijarse la transformación del Desfiladero del Duje en la valle glaciar por el que corre su curso alto. En el recodo del valle quiere apreciarse otro grupo de invernales, los Invernales de Sotres, en la base misma del esbelto Escamellao.

Se continúa paseo por un leve apunte forestal, para salir a un rincón de prados e invernales recogidos entre peñas y foresta. Aquí salen a nuestra derecha un par de ramales. El primero en un recodo de la pista, donde se dispersa el mayor número de construcciones, sin más trascendencia. Al poco otro ramal que sube a contramano, que se adentra por una valleja para acceder a la Majada del Medio, oculta en la peña que se alza sobre esta bifurcación.

Nuestra ruta se desentiende de ambos ramales para reinternarse al bosque, en busca de la pista desechada en las primeras rampas de la salida de Sotres. Reunificadas ambas pistas se pasea brevemente entre prados pendientes ganados al bosque para, en la revuelta donde doblaba el viejo camino de la Majada del Medio, dirigirse a chocar contra la marcada y fatigosa curva de herradura de la carretera de Tresviso.

Unos metros antes de este entronque con la carretera se toma un mal ramal que remonta, esforzado y directo, por una valleja que apunta al Este, en las faldas montunas de la Pica de Fuentesoles. Superado el angustioso repecho, gira de golpe para faldear, paralelo a la carretera, por los flancos de una de las morrenas descolgadas de Fuentesoles.

Ahora sólo queda disfrutar de las maravillosas panorámicas que se agolpan a nuestro paso. Con la altura ganada el pueblo de Sotres adquiere otra dimensión, pintado en un marco grandioso de colladas, sierras y cumbres albas altivas. La destacada comba de Pandébano remansa las laderas descolgadas de Cabeza La Moñas (por donde discurre la ruta principal de esta alternativa por los declives de Ándara), apartando toda la Sierra de Peña Maín que, junto con Portudera, dan forma al Desfiladero del Duje (aunque la geología quiera indicar lo contrario).

El flanqueo finaliza cuando pista y carretera se funden a los pies de los invernales de La Caballar. Los buenos invernales se escalonan en un cerro (1263 m.) detenido en declive Sudoriental del Cabezu Sonllanu. El bebedero espera encima de la carretera, en un bucólico y aireado rincón donde las pastoras ofrecían sus labores de lana.

2) La Caballar – Cañada de Camba – Campo Cimbraña – Vega Espella – Majada de Entrejano.

La ruta salta al otro lado de la carretera, donde afea una enorme antena. Prosigue camino dando vuelta al recinto antenil. Dos caminos bajan al Este del cerro de La Caballar, siendo el de la derecha un buen atajo.

Los senderos tiran por La Barga, bajo las faldas de matorral y helecho por las que transita la carretera. Siempre manteniendo la dirección se llega a la Fuente Las Vías, sobre la que se eleva la larga y montuna Sierra de Pirué. Esta morrena se extiende desde el Jito de Escarandi y Hoyo del Texo (doble morrena objeto de agrias disputas) hasta la zona de Los Obesones.

En el buen bebedero de la fuente Las Vías se tira en dirección Norte, para ir girando –a continuación-, por la Concha Las Vías, a la pequeña y larga planicie de La Tejera La Puerta de Camba. Por La Tejera se pasea en sentido Oeste, apuntado al Cabezo Sonllano. El camino recorrido desde La Caballar no hace otra cosa que ir abrazando Las Cabezas La Puerta de Camba, un xerro calizo que entorpece una entrada franca y directa a la Cañada de Camba.

Sorprende en La Tejera una cueva tapiada con una pared de piedras y cerrada con una resistente puerta. Por el otro costado de este recogido valle continúa la barrera calcárea de Las Cabezas La Puerta de Camba.

Paso a paso el sendero se aproxima a los contrafuertes del Cabezu Sonllanu, con la mirada de La Caballar aún atenta a nuestro caminar. Por fin se entra en La Cañada de Camba, una larga valleja que delimita el Cabezu Sonllanu por el Este. Esta solitaria montaña acoge en sus umbrías el Monte Camba, hermoso hayedo que cubre las vertientes más húmedas de la montaña.

La Cañada baja vertebrada por una mala pista que toca con timidez los lindes del Monte Camba. Por el otro lado de la valleja se intercalan coteros, valles y cuetos que apuntalan las laderas inferiores de matorral de la Sierra de Pirué.

Remansa el apunte de pista en la cabecera de La Llanada de Camba, un valle formado en los bajíos norteños del Cabezo Sonllano, puerta de la Canal de Socudia (en la vertiente derecha del Desfiladero del río Duje, de momento ajeno a nuestro caminar).

Se deja a la izquierda el sendero que entra en La Llanada de Camba, continuando nuestro camino ascendente en dirección Norte, mucho más transitado por tratarse de un sendero de pequeño recorrido señalizado. Gira en un reguero sobre una pequeña mancha forestal escapada de La Llanada de Camba, situando su trayecto en la misma dirección de este valle escondido bajo las umbrías del Cabezu Sonllanu.

El sendero se adapta a los pliegues de la ladea que lo acoge. Su destino es el Collao Tobaos, mas nuestra intención es dejarlo. Un par de tornos permiten remontar hasta el Campo Cimbraña, donde se encuentra una empalizada para cerrar el ganado. El desvío depende del volumen de matorral que recubre la ladera. En caso de duda puede seguirse por el sendero marcado. En la punta de un prado muriado, dando vista al Collao Tobaos (topónimo homónimo de la majada, de ahí los indicios de cabañas y prados que apunta el sendero), se gira a contramano por un reguero. El nuevo sendero apunta al Este y pronto se llega a la Fuente Cimbraña, culminando la valleja en el Campo Cimbraña (1088 m.).

La llanada de descanso del Campo Cimbraña se aparta en el costado occidental de la vasta Cuesta de Las Arrianas, faldón de todo el conjunto calizo de Los Obesones. Toda esta cuesta apunta al Collao Pirué, donde la sierra homónima choca contra esta barrera calcárea.

Una vez en el pescadero se continúa remontando la cuesta en dirección Norte. Enseguida se retoma el camino, sin desviarse a otras sendas que entran a faldear por la Cuesta de Las Arrianas. Nuestro camino trata de doblar los últimos cantos occidentales del conjunto de Los Obesones. Traza un par de tornos, vestigios de la caja de un buen camino ancestral.

Mas se cruza la vega por su cabecera en sentido Norte, para retomar el camino en el canto descolgado de los contrafuertes de Los Obesones. Se descuelga de la peña en un escorzo empedrado donde vuelve a remarcarse la pretérita importancia del camino. Su posible origen romano se hace evidente, pues este camino no es más que la continuación de la Calzada Romana de Caoru, en dirección a las tierras Lebaniegas.

En este cambio de plano se deja la compañía visual de las altas calizas de Ándara (macizo a que pertenecen estos contrafuertes que ahora se disfrutan: Los Obesones y Portudera), fijando la atención soslayada en el Macizo de Los Urrieles, con el monolito del Picu Urriellu destacado de su conjunto.

El camino faldea hasta la próxima Cruz de Entrejanu, coincidiendo con la vaguada que viene de la majada de Valfríu. Esta collada es cruce de caminos, a parte del que se trae que dobla a los últimos collados de los Puertos de Era, recibe también el camino que sube de Valfríu por Los Regueros o el de Tobaos, por el que luego habrá de bajarse.

La Cruz de Entrejano (1147 m.) es collada de entrada a la majada de Entrejano. Entre las escasas ruinas de las cabañas aún se conserva una construcción bastante grande que regenta toda la maravillosa vega de Entrejano. La fuente brota en la peña sita al Sur de la majada, por donde pasa el sendero que se dirige al Cabecín Altu de Canal del Agua (techo de Los Obesones). Los aportes de los regueros que se hunden en este cuenco de pastizal forman un arroyo cantarín que busca perderse a espaldas del Urriellu. Pues este profundo valle, apretado entre Los Obesones y la enorme mole del Alto El Valle, no vierte sus aguas al desfiladero del Duje, sino que abre su boca a los selváticos apriscos de Tajadura y Nario, cuyas manchas forestales han propiciado la ampliación del Parque Nacional de Los Picos de Europa a este rincón perdido del río Mildón.

3) Cruz de Entrejano – Majada de Tobaos.

La Cruz de Entrejano deja que la continuación natural de la Calzada de Caoru doble su comba. A espaldas de la majada de Entrejano desciende una alfombrada vaguada (Oeste/Sudoeste). Por su lecho se apunta el camino que, por Los Regueros, baja a la majada de Valfríu.

Por su parte, el sendero que debe tomarse parte de la misma vaguada, pero enseguida empieza a faldear por su costado izquierdo. Cuando la vaguada gira a mano derecha para precipitarse por Los Regueros, el sendero de Tobaos ya ha ganado bastante altura, con respecto a la misma.

Este itinerario por La Cocha Los Cabreros, que dobla unos contrafuertes descolgados de La Vega Espella, es puerta visual al Desfiladero del río Duje. En este punto alto del camino se toma por fin contacto con esta apretura tajada entre Peña Maín y los Puertos de Era. Las faldas norteñas de Peña Maín recubren sus apriscos de bosque, destacando las praderas de los invernales de Vierru y el monolito de Cuetu Vierru; mientras Portudera engalana su soleada vertiente Sur con pendientes canales herbosas y verticales paredes y agujas.

El camino de La Concha Los Cabreros no tarda en dar vista a la majada de Valfrío, una hondonada de prados colgada sobre el desfiladero, en los dominios de Tielve.

La majada de Tobaos no dista muchos metros de la de Valfríu. Ambas están enlazadas por una pista procedente de Tielve, que muere en el Collao Tobaos. Sin embargo, pese a la proximidad, las cabañas de Tobaos han buscado un emplazamiento más idílico, sólo entorpecido por el tendido eléctrico que atraviesa, por momentos, nuestro camino.

Tobaos es un conjunto de majadas que se dispersan ante la línea formada entre el Collao Tobaos y el Cueto Bustiello (1005 m.). Llega incluso a rebasar ese canto, extendiendo sus prados muriados por la vertiente que baja hacia la Llanada de Camba y los cantos que cortan sobre la Canal de Socudia. Presenta cabañas agrupadas o dispersas, y recogidos prados con lindes muriados recubiertos de arbolado. La fuente se centra en la vaguada que apunta al Cueto Bustiello, prominencia que define la belleza de este conjunto desjuntado.

4) Majada de Tobaos – Las Conchas del Barrial – Tielve.

El camino de Las Conchas Los Cabreros choca con la pista que muere en el Collao Tobaos. Caleyando por la majada se baja a la fuente, buen bebedero sito en la vaguada que cierra la majada por el Sur.

En el remanso de la loma de su izquierda (línea entre el Collao Tobaos y el Cueto Bustiello) se perfilan las cabañas de la majada Jerrero (barrio bajo de Tobaos). En esta collada, sobre la que se alza el cueto, se separan los dos caminos del puerto. La Cabaña del Campuco, sostenida en equilibrio inestable en el crestón Sur del Cuetu Bustiellu, marca el inicio del sendero que se descuelga hacia La Cuchilla de Socudia.

El camino de Las Conchas del Barrial entra por el costado opuesto del cueto. Se baja al fondo de la misma vaguada en que vierte la fuente, entrando en un pasillo de la majada Jerrero al abrigo de los árboles. Las cabañas se apostan en los flancos del cueto.

Por la boca de la vaguada, entre las murias de los prados de la majada de Jerrero, el pasillo se abre a los cantiles del desfiladero. Se toma contacto directo con las peñas modeladas por la margen derecha del río Duje. El camino que ahora intenta cogerse debe sortear los riscos calcáreos sobre los que se aposenta la majada de Tobaos.

A la salida del callejo, aún a la altura del extremo de la muria del prado del Cueto Bustiello, en la peña de la derecha, se engancha el buen camino del puerto de Las Conchas del Barrial. Baja trazando cortos tornos por este vistoso inicio del descenso.

Al final de este tramo de revueltas, sale un sendero a contramano, que busca unirse al otro camino del puerto, bajo los cantiles del Cuetu Bustiellu. Las Conchas del Barrial continúan de frente (derecha, en relación a esta ladera de zigzag) para colarse por una cueñe que entra en las laderas de la riega Las Jayas. La travesía por la cabecera de este angosto despeñadero toma ya contacto visual con la carretera de Sotres, a la altura de Jaces (majada a la vera de la carretera con una buena descuidada área de servicio y aparcamiento), en los fondos del Desfiladero del río Duje.

Entra el camino en una un rincón de parés, riegas y manchas arbustivas; siendo el pontigu Cordobeyu el que deja grabado el recuerdo en la memoria. Esta plancha de piedra, salva la riega que le da nombre, en un apartado paréntesis de Las Conchas del Barrial. Por el Collao Cordobeyu, brecha que completa el guapo conjunto, se devola a una acanaladura donde el helecho reclama sus dominios. Una torreta del tendido sirve de jito para indicar el paso del sendero, menos trabajado en este tramo.

En las zonas calcáreas vuelve a remarcarse. Tiene su fin en el camino que une la cabañas de Jaces con el pueblo de Tielve. Tirando a mano derecha se iría a Tielve. Un ramal acorta por sus prados, pero el camino principal toma bastante altura para entroncar con el camino que baja de Valfríu.

Pero en el cruce nuestra ruta tira a contramano, pues el autocar tiene mejor sitio para estacionar en el aparcamiento de Jaces, a un kilómetro abundante de Tielve. En esta área habilitada sita al lado de las cabañas se recibe la riega por la que, unos cuantos pasos atrás, Las Conchas del Barrial guiaban nuestro caminar.

Al otro lado del puente de la carretera de Sotres, muere también el otro camino del puerto, de canal más abierta, y más escorado hacia los cantos de la Canal de Socudia.

Desde Tielve llega también un camino por los bajos de Peña Maín, pero las obras de esta zona de aparcamiento han sepultado el tramo del descenso al puente sobre el río Duje. Otro enlace con los caminos del puerto y entrada en El India de Allende, sendero que usaban los pastores de Tielve para subir a sus majadas sureñas de Peña Maín.

En las tablas rotas de las mesas de esta área de servicio, nuestros ojos miran todos los resquicios del desfiladero, desde las agujas del Collao Pina, que oculta los prados e invernales de Dobro, hasta las altivas peñas de Portudera, en cuyas faldas viven sus vidas las gentes de estas montañas. Por la boca del desfiladero vuelven a resurgir las más bellas figuras del alto Ándara.