PUNTO PARTIDA:

Curvona de Sotres (940 metros), en la carretera de Poncebos a Sotres, ochocientos metros antes de Sotres. Por la AS-114 (Cangas de Onís – Panes) se llega a Arenas de Cabrales, aquí se toma la carretera de montaña que remonta el curso del río Cares hasta Poncebos, pasado el túnel de la cabecera del embalse, se gira en un puente sobre el río. En la boca del funicular que sube a Bulnes, arranca el puerto de montaña que comunica los pueblos de Tielve y Sotres. Ochocientos metros antes de llegar a Sotres, en la llamada Curvona de Sotres, se inicia la ruta, en la pista común a los Puertos de Áliva y al Collao Pandébano.

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

8 horas.

DESNIVEL:

1.200 metros.

CARTOGRAFÍA:

Adrados Picos de Europa Macizo Oriental, Escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

1)Curvona de Sotres – Vegas de Sotres.

En plena revuelta de la Curvona de Sotres, arranca en descenso la pista de Áliva.

La pista se curva en los bajíos del Canalón de Braniella, cuyos altos se recorrieron en la ruta al Picu Boru.

Enseguida se llega a la bifurcación de pistas, sobre la majada del Tejo o de Cabao. La pista de Áliva continúa de frente, remontando por todo el valle glaciar del río Duje. Este curso de agua baja recibiendo las laderas del Macizo Oriental (al Este) y del Macizo Central (al Oeste).

Apurando la cuesta, un argayo descolgado de la Canal de Jidiello (en la vertiente de Ándara) rompió sobre la pista. Restan unos pocos metros de subida para doblar a las Vegas de Sotres.

La pista casi toca las orillas del Duje, en esta ventana abierta a la imagen postal del Escamellao. Los invernales se recogen al otro lado de la larga vega, al mismo pie de la vasta montaña que se busca coronar. Llanos prados cierran con sus murias los lindes de río y pista, uno y otra delimitando cada lado de la vega, como enfadados.

Con la proximidad de los invernales, la pista gira entre las murias de desiguales praderas para dejarse cortar por el regato del Duje. Una plancha de hormigón escalonada hace de paso de peatones. Los invernales ofrecen al caminante un trago de agua, antes de desviar su camino hacia las altas cumbres del Central.

2)Vegas de Sotres – Majada de Fresnedal – Lago de Las Moñetas.

El conjunto de invernales se va sucediendo a la vera de la pista. Por la izquierda la muria impide el paso a las regadas vegas. Las construcciones se pegan a la peña, dejando el suelo fértil para las labores de siega.

Entre las cabañas, pasando junto a un invernal que, en su día, hizo las funciones de bar, una vereda se encamina a un peñasco prieto con aspecto de gruyere. Por su derecha, entra un breve canaluco, que ataja a los remansos de los valles principales de este costado de Los Urrieles.

Una planicie engañosa fusiona, en sus bajíos, los valles glaciares del Fresnedal y de Las Moñetas. El Fresnedal toma forma de canal. Rectilíneo, no ceja hasta coronar el Collao Camburero, entre Peña Castil y el Cabezo Tortorios.

La mole caliza de Peña Castil es, también, voluminoso jito natural delimitador del Valle de Las Moñetas. Este inmenso vestigio glaciar, se abre paso entre las paredes y las vastas faldas de Castil y la desconcertante Sierra de Juan de La Cuadra. El Escamellao rompe en el extremo inferior de esta sierra de heterogéneas cumbres.

En la cabecera destaca la torre solitaria del Cuchallón de Villasobrada. Este jito presume de belleza, apostado en un lugar estratégico de la cabecera del valle. Mas su figura depende únicamente de la perspectiva que, desde los fondos del Duje, disimula su apartada posición de las empalizadas calizas que cercan el valle.

Un sendero atraviesa, hacia el Oeste, el falso llano de esta vega común de pretéritas lenguas. Se aparta con disimulo del fondo de reseca torrentera del Valle de Las Moñetas, como queriendo agradar a la más rectilínea Canal del Fresnedal. Como el sendero camina muy pisado, no se pierde el tiempo en probar otras variantes más directas y pedregosas.

Una redonda solitaria pone fin al falso llano. El sendero inicia el ascenso por la izquierda de la Canal del Fresnedal. La majada descansa en la parte baja de la canal, a un lado. De la majada aún se conserva una cabaña en pie, que se toma como referencia de este arranque de cuesta.

El sendero se difumina en el entorno de la majada, junto a un rústico bebedero. Se sube hasta la cabaña, jito divisorio entre la Canal del Fresnedal y el camino del lago. Delante de la cabaña se toma este sendero (dirección Sudoeste).

Se inicia una travesía sobre los lechos resecos de acanaladuras que entuban el fondo del valle. Al final de la ladera, salta a una cuesta de pliegues por la que remonta hasta la Vega del Carrazoso.

La vega se muestra como un paréntesis en el infinito mundo de Las Moñetas. El alargado prado se deja cerrar por los linderos naturales de la peña. Se camina por el costado izquierdo de la verde llanura, hasta el fondo de la misma. La brújula señala el canalón principal se salida, pues el mapa marca la tendencia Sudoeste para apuntar al lago; pero el camino difiere. Se mete por una ceñida canaleta a la izquierda, en dirección Sudeste. Una leve divergencia, que al final de esta breve canaluca, se corrige. Una travesía por la peña devuelve la ruta al sentido correcto, con una profunda torca como fiel testigo.

Una cubeta de pedriza engaña al montañero. Este embuste natural se llama Lagu Vieyu. El sendero continúa, sabedor del artificio. Se pega a la peña de la derecha, pausando sus latidos, para afrontar la cuesta que, ahora sí, corona el collado sobre el Lago de Las Moñetas.

El lago de Las Moñetas (1.705 metros) es una balsa natural de agua cristalina, escondida en un lateral del valle. Renacuajos y tritones comparten el dominio lacustre. El lago se recoge en un costado recóndito del valle, refugiado bajo un vertical contrafuerte de la Sierra de Juan de la Cuadra.

3)Lago de Las Moñetas – Escamellao.

Un sendero se pega a la peña de cierra la cubeta por la derecha. Con cortas trepadas se adentra en el ángulo de peña. En pleno escarceo trepador, el sendero se bifurca. Un ramal sube a mano derecha, para coronar una horcada del peñasco. Es camino de paso a la majada de Las Moñetas, en el corazón del valle que se da nombre, y también travesía a la Canal de Fresnedal.

La otra vereda se mete al umbrío farallón vertical colgado sobre el lago. Una vira lo atraviesa por el corte inferior. Sin darse cuenta, este paso de ovejas, va efectuando una travesía circular y envolvente del pozo lacustre. Una vuelta en arroba que entra, ganando altura, en las laderas de pasto y canchal de la Sierra de Juan de la Cuadra.

No es, ni con mucho, la ruta más directa al Escamellao; por el contrario, puede ser la más larga. Pero las veredas del ganado hablan de un paso consagrado de años y años. El sendero flanquea la ladera en diagonal (Este), siempre ganando altura.

Unos cantos de peña interrumpen la travesía. Es el paso al Valleyón, infinito canalón de gravera que vierte sus esquirlas a los bajíos del Valle de Las Moñetas. Abriéndose camino entre la peña, se cae a los últimos metros cimeros del canalón norteño de la Sierra de Juan de la Cuadra. Esta línea de canal (otra de las subidas más directas desde las Vegas de Sotres) culmina en la Horcada Los Grajos (2.001 metros).

En la Horcada los Grajos se unen el Valleyón con otra acanaladura de gravera que asciende desde la zona cántabra del valle glaciar del Duje (vertiente Sur de la sierra). Estas Canales de Las Grajas, junto con la horcada, pueden deber su nombre a la profunda torca sita en la misma. Los cantos estridentes de los córvidos resuenan entre los ecos de la gruta. Estos “murciélagos” diurnos, con corte de inteligentes, impulsan al montañero a acometer los últimos metros de esfuerzo.

Casi 75 metros más arriba espera la cumbre del Escamellao (2.075 m.). Hubo un tiempo en que el “Mons Vindius” estuvo dominado por los hielos. Asentados en este período interglaciar, asomados desde el mirador del Escamellao, queremos oír al fondo el rumor del río Duje. Mil metros de desnivel demuestran como la tenacidad, la insistencia, la constancia y el tiempo lograron labrar un valle fértil. Ándara y Los Urrieles eran uno; Valdominguero y Escamellao hoy son hermanos, modelados por una misma fuerza erosiva.

Alternativa

DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

3 horas.

DESNIVEL:

300 metros.

DESCRIPCIÓN:

.

1)Curvona de Sotres – Collao Pandébano.

De Sotres se bajaba a los invernales del Tejo por la Concha el Pradón. Carretera y pista van borrando los vestigios del pasado.

Los postes indicadores de la Curvona de Sotres guían el nuevo camino. Las dos rutas del día sólo coinciden en los primeros metros. En el cruce de pistas, sobre los invernales del Tejo, se despiden.

Se toma la pista de la parcelaria de la derecha, que baja hasta el río Duje caleyando entre los invernales. Se asimila la pista como parte del paisaje, pero el viejo puente habla de un camino empedrado. El techo ruinoso del invernal anexo y el acoso de la vegetación sobre el camino quieren aparentar una historia lejana, una leyenda pastoril donde la carga se transportaba mediante burros y caballerías.

La tradición mana y se sume de modo desigual durante el trayecto. La primera tirada del ascenso, tapa todo atisbo de camino. En la mal dibujada recta trazada en la ladera, se escapa un ramal sin consecuencias de acceso a prados e invernales. Apurando el giro de la primera revuelta, se salta sobre la profunda cuneta de tierra, donde se coge un tramo del viejo camino.

Aún se conserva, pese al empuje vegetal. Alterna bosquetes arbustivos con claros retorcidos en tornos. Poco a poco se va recuperando la altura con respecto a Sotres. El Canalón de Braniella y el uniforme cordal iniciado en el Boru, distraen al pasante. Terminados los tornos, el bosque se apodera del camino. La comodidad lleva a la gente a apoderarse del prado de un vecino. Un reguero de hormigón, junto a un invernal, marca del fin de este retazo de camino. Se sale a un ramal secundario de la pista principal de la parcelaria. Hay otro tramo de camino hasta el Collao Cuaceya, mas siempre estuvo bastante tomado. Normalmente, ya se sube a la izquierda, a entroncar con la transitada pista vecinal, que se corona en una abierta collada. El desnivel se atenúa hasta el próximo Collao Cuaceya, jitado con el cueto homónimo anexo al mismo.

La collada dobla a un descanso de la pista, con vistas a las abiertas cimeras de Peña Maín. El sentido favorable de la pista se detiene en el arroyo de Canero, donde se encuentra la única bifurcación llamativa. Un poste indica Urriellu. No obstante, el cruce no tiene más trascendencia que la longitud de la elección tomada; pues la pista envuelve las praderías siguiendo un trazado circular por las laderas de esta cuenca de prados de siega.

La ruta al Collao Pandébano es bastante liviana, de ahí que sea indistinto tirar en una dirección o en otra. Por comodidad, la mayoría de la gente seguirá la flecha de Urriellu, hacia la derecha.

Por este lado la pista es más abierta, faldeando en ascenso bajo las faldas de Peña Maín. La línea de loma que cierra el valle, remansa en el Collao Pandébano, brazo de engarce con la desplazada Peña Maín. Por detrás se irguen las albas de los Urrieles. La concurrida subida roza el conjunto de invernales de La Robre donde, antaño, se intercalaba alguna vivienda.

El ramal de pista de entrada a los invernales se encuentra bastante más adelante, a contramano, en el inicio de la zona de aparcamiento de los vehículos agrícolas y vecinales.

Termina la subida y continúan los aparcaderos para los vehículos, mientras el lazo de pista dobla en la base de las cuestas de matorral. Se salta la cuneta de tierra del lado derecho de la pista. Restos de rodadas apuntan a las cabañas de Canero, cuesta arriba, en las faldas de Peña Maín. Aunque se ha habilitado algún bebedero, la fuente de la majada se encuentra entre las dos cabañas.

En Canero se retoma el camino antiguo, aquí un sendero de tierra sin apariencia de camino real. El sendero faldea en dirección Oeste, bajo las faldas de Peña Maín, con la próxima referencia del Collao Pandébano.

Esta inmensa collada, refugio de pintores, es punto cimero del camino que devola a Bulnes. El Neverón de Urriellu y Los Albos pierden protagonismo ante la irrupción parcial del monolito del Picu Urriellu.

2)Collao Pandébano – Cabeza de Matarredonda.

En el punto inferior de la vasta collada de Pandébano (1218 m.) se deja el camino trillado que sube a la Vega de Urriellu. Se traspone la collada (Oeste) pasando junto a una charca colmatada.

En cuanto cede el pasto, enseguida se retoma el sendero de tierra. Se continúa faldeando el flanco Sur de Peña Maín. El sendero camina por la parte inferior de la ladera.

No dista mucho la majada de Entremosquines. Más o menos, ésta y Canero se encuentran a la misma distancia del Collao Pandébano, pero una a cada lado de la collada. Por el número de cabañas parecen majadas gemelas, como el reflejo de un espejo.

En la ladera opuesta, en las faldas norteñas de la fuente de la majada de Las Moñas, por encima de una interminable muria que cerca pradera y manchas de bosque, vigila la majada de La Terenosa.

A unos metros de las cabañas de Entremosquines, el sendero de pega a una muria de pradera, por su parte superior. En la esquina opuesta del prado, se encuentra el desvío de senderos. El camino principal es el que baja a Bulnes, dejándose caer al fondo de la vaguada.

El sendero menos definido continúa faldeando a media cuesta (Norte-Noroeste). Se encamina a una collada, al final de la ladera, a cuya izquierda se eleva el modesto cerro del Cabeza Matarredonda.

El sendero se dirige a esta collada por encima de un par de prados muriados, regentados por pequeñas cabañas. La ruta se detiene en la collada (1.161 metros), dejando al camino marchar hacia los peñascos del Arrudo. Este sendero no está tan transitado como el camino de Bulnes, pero no es un camino intranscendente. Por el paso del Arrudo, remonta a esta esquina de Peña Maín, en la que se encuentra la majada de Argandobín. Aunque faldea por la cara Sur de esta sierra, sus majadas (incluida la de Argandobín) pertenecen a Tielve. Los montañeros no tienen límites administrativos, pero no desconocen los caminos de los puertos y majadas de los pueblos de montaña, pues sus linderos permiten entender el porqué de su trazado.

Desde la collada, en un par de pasos, se corona el Cabeza Matarredonda (1.182 metros). Esta sencilla ruta, muy recomendable para niños y personas mayores, es una mirada verde a la Montaña del Marqués (sin despreciar a su guía Don Gregorio Pérez, “El Cainejo”).

El Picu Urriellu es una aguja modelada por la acción erosiva de las lenguas glaciares que lo envolvían. Del pasado glaciar de este rincón de los Picos de Europa, quedan los vestigios que el hombre curioso ha ido observando. Se oyen las cascadas y arroyos de la Canal de Valcosín, ahogando el griterío del empozado Bulnes.

La tajada se este valle glaciar, corta en vertical dos manchas de bosque: el Monte de La Varera (en el canto de Collao Vallejo) y el Monte de Acebuco, en las laderas infinitas del Cueto del Albo.

Adornan la postal las cabañas de Arnández, “el Bulnes estival”. Si los pintores colorean el alma del Collao Pandébano, los fotógrafos cantan la vida pasada de esta majada que se muere.



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