PUNTO PARTIDA:

En el aparcamiento de Bujerrera (1.070 metros), cerca de los lagos Enol y Ercina.

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

600 metros .

CARTOGRAFÍA:

Adrados, macizo occidental de los Picos de Europa, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

El aparcamiento de Bujerrera es una plataforma asfaltada sobre la cuenca de desagüe de lago Enol. Enlaza mediante un paseo con el Centro de Interpretación del Parque Nacional. Al lado de este edificio se coge la pista de Belbín, que nos regala nada más empezar una bonita vista de conjunto de la Vega de Comeya, enorme cubeta de turbera que pudo albergar un antiguo lago.

Gira la pista en esta balconada, bautizada como Mirador del Príncipe, e inicia un mantenido ascenso por la cimera de la morrena que cierra la depresión de Bujerrera y del lago Ercina. Al final de la llomba desciende por su costado oriental, en dirección a la majada de la Llomba. Caracteriza a esta majada la cercada charca que se deja a la vera de la pista.

Un leve ascenso a la collada contigua, y ya se empieza a intuir la presencia de Belbín. Esta majada está recogida en una hundida vega delimitada por otra morrena glaciar. Las cabañas se reparten en dos grupos, uno más concentrado en el centro de la vega y otro disperso en los lindes de los xerros que la cierran por el Norte.

La pista no acaba en Belbín. Restos de la misma doblan el frontal de la morrena, por el que nos desviamos a la Vega de las Mantegas, al pie de la aislada morra del Cantón del Texéu. Esta alargada planicie de pastizal busca las Cuenyes del Cantón, por donde se cuela el empedrado camino procedente de los pueblos del valle.

El camino del puerto nos llevaría directos a la majada de Soñín de Arriba, al otro lado del Cantón; pero para bajar al Hoyo la Madre, deberemos tirarnos, en la misma Vega de las Mantegas, a los xerros del norte, en los crestones que remontan hasta el morro cimero de aquella montaña. Una senda de cabras dobla al escabroso costado oriental del crestón, retorciéndose entre umbrías vallejas para llegar a un enorme abrigo, erosionado en la misma base de la pared oriental del Cantón.

Este rincón está colgado sobre una angosta canal que se precipita sobre las profundidades del río Casaño. Irrumpen en la otra vertiente del río las canales de Ruana, que cobra aquí un especial protagonismo frente a la más altiva montaña de la Jascal. Doblamos el costado oriental del Cantón y entramos en la parte alta de un canto que baja hacia el Casaño delimitando la referida canal por la izquierda. Algo más abajo nos tiramos a la derecha, a buscar el fondo de las llamargas de la vaguada. Entre los árboles de la cabecera del Casaño vamos perdiendo altura hasta chocar con el curso del naciente río. Remontando unos metros llegamos a su nacimiento en el Hoyo la Madre. El río brota de la misma peña, llegando en días de fuertes caudales a romper desde la enorme torca que se abre en la pared. Desde esta selva de rugidos cristalinos no nos queda más remedio que volver a remontar por las faldas del Cantón. Al alcanzar el canto herboso del descenso, ya nos podemos ir desviando hacia la majada de Soñín de Arriba, en la collada que se forma entre aquella montaña y las prietas rocas del Cabezo Los Negros, el más importante mirador sobre el Hoyo la Madre.

Desde Soñín puede coronarse el Cabezo los Negros (1.111 m.) o pasar a la pista de Demués, al otro lado de la collada. La pista corta la cabecera del Valle Llampazas, que vierte en embudo sobre los tremedales de Comeya. Enseguida dobla hacia el puerto bajo, en la Collada de Camba, iniciando el pronunciado descenso por los costados del Cabezo los Negros o Negros de Camba.

El Collao Lincós (902 m.) es la primera ventana al Casaño y a las canales de Ruana. Al mismo collado puede caerse desde el Cabezo los Negros por todo el canto norte de la montaña.

La pista vuelve algo más abajo a la línea de sierra, en el más abierto Collao Reguero (762 m.). Al norte/noreste emerge la berruga del Cabezo Pandescura. Se deja la compañía de la pista que ya faldea camino de Demués, buscando entre el pastizal las trazas del ramal secundario que remonta hasta la majada de Bustaselvín (Silvín), al norte. Apenas una cabaña escondida entre un puñado de árboles, un breve respiro en nuestro ascenso hasta el Collao Pandescura, al pie de la cabeza que le da nombre.

Esta berruga calcárea se afronta desde la muezca que se forma al pie de la peña, una quebrada en el canto que nos viene delimitando el ascenso por la derecha. Unos metros en que apenas si hemos de apoyar las manos (Iº), nos llevan a coronar la cumbre del Pandescura (1.004 m.). La vista sobre el valle del Güeña es infinita, pues ya no queda ninguna cima que pueda hacerle sombra. También ofrece amplias panorámicas del Cornión que se nos va perdiendo en la lejanía.

El Cabezo Jorcadellín (918m.) es el más escabroso de todos los que vamos a recorrer de toda la sierra. Se ataca desde las mismas ruinas de la majada, por todo el canto calcáreo (Iº/IIº). Lo más destacado de esta peña es su más fino perfil, en relación con las del entorno.

Se destrepa por el mismo lado, retornando al Jorcadellín. La cabeza que se acaba de ascender se bordea por el Norte, en descenso hasta Camplengo Dubia. No nos entretenemos con las ruinas de la majada, sino que devolamos la horcada del cordal que venimos coronando, pasando a la vertiente del Casaño. Esta horcada de paso es la depresión que se forma entre los crestones del Cabezo Jorcadellín y el Zarangüezo (o Porrón).

Una vez en la vertiente del Casaño nos dirigimos al Este, buscado la cuesta de la Cabeza Saldaña. Esta montaña forma una alineación norte-sur con el Zarangüezu en un cordal que va girando hacia el Este. Parecen unidas, pero son de apariencia irreconciliable. Mientras éste en un porro calizo, la Cabeza Saldaña es una cuesta que culmina en una, en apariencia, roma cimera. Desde el collado que las separa nos acercamos a la cumbre de la Cabeza Saldaña (946 m.), descubriendo que el Casaño no es un río muy dado a concesiones. Descubrimos la bravura de sus desfiladeros, que remonta hasta la misma cúspide de la Cabeza Saldaña.

Volviendo a la collada se afronta el ascenso al Zarangüezu (937 m.) con múltiples opciones de trepada (Iº/IIº). Su cumbre queda desplomada sobre la majada de Cueva Dubia, próxima parada de nuestra travesía. Por las encañaduras del río Dubia, acertamos a descubrir las casas de Avín, en la cabecera del Valle del Güeña.

De nuevo en la collada entre ambas cumbres, iniciamos el descenso a Cueva Dubia. Valleja abajo, dejando a nuestra izquierda los despeñaderos del Zarangüezu, se llega a las praderas de la majada. Las ruinas se alinean en un brazo de pasto que entra hacia otra de las peñas del cordal. Las dejamos a un lado entrando en la cabecera del río Dubia. El sendero, muy marcado, desciende unos metros por los taludes de su margen izquierda, enseguida cruza el río, iniciando un flanqueo en dirección al Collao los Buitres, al lado de un modesto cotero que se eleva sobre el ya encajonado río. Doblando la collada se gira hacia el Nordeste, en el largo faldeo que conduce a los Collaos Pontigos, una doble collada de suaves líneas y de gran amplitud. Siguiendo la línea de la collada, que ya vierte a tierras de Cabrales, se asciende levemente al contiguo Collao Beranzas, que cierra la alineación de los Collaos Pontigos por el Norte. Al lado queda el crestón calcáreo de Paré Beranzas (797 m.), que se sube en unos minutos.

En el Collao Beranzas se empieza a formar una débil valleja de llamarga que vierte al norte entre matorral. Perdemos unos metros por la línea que marca, antes de iniciar el flanqueo de la tomada cuesta, en dirección Este, hacia un rellano de campera o falsa collada en que ya se coge el más pisado camino que baja a Alda. Empedrado por momentos, pronto se va a ver tapado por la caja de una pista por la que se llega a las primeras cabañas del entorno de los Hoyos de Alda. Sale un ramal a nuestra derecha que muere al lado en una pequeña charca artificial, hecha en tiempos de las minas.

La zona de Alda es uno de los enclaves de los Picos de Europa explotados en la época de la minería. Se conserva el castillete de la Mina Delfina, donde nos desviamos por la pista de la derecha, que sale a la carretera de La Molina, al lado mismo de Canales.

La alternativa mucho más sencilla es:

DIFICULTAD:

Muy Fácil.

DURACIÓN:

5 horas.

DESNIVEL:

400 metros.

DESCRIPCIÓN:

Acompañamos a los compañeros en los prolegómenos de la marcha. Ya al poco de pasar el Mirador del Príncipe, dejamos la pista que remonta por toda la llomba, entrando en una, al principio desdibujada vaguada colmatada por las escolleras de las minas de Bujerrera. La valleja nos reconduce hacia el norte. Enseguida se apunta el viejo camino que desciende evitando afectar al pasto. La majada de Bujerrera queda colgada en una vaguada ciega de pasto. Sus ruinas agonizan al abrigo de un compacto grupo de grandes árboles. Una línea de piedras nos empuja a la boca de desagüe de la vega, que corta sobre la antesala de la gran Vega de Comeya, un conjunto de esparcidas majadas que evitan la gran depresión de turbera. Destaca una pequeña vega, cerrada sobre sí misma, atravesada por un efímero río que nace y muere en sus reducidos lindes. Es un intestino cristalino que traza los más quebrados meandros, resistiéndose a su inevitable destino. Recibe, asimismo, la vega los aportes de otro torrente que entra por el Este desde la ceñida Cuenye Cubiliega, embudo inferior del Valle Llampazas, que recoge las aguas del Cantón y de Soñín de Abajo.

No queda más remedio que descolgarse hasta este vergel de la Rondillina. El camino, que parecía morir en la boca de Bujerrera, nos permite salir del paso. Atraviesa en llano hacia la izquierda, buscando una zona más tumbada en la que trazar sus tornos. Llega a las majadas de la base de esta meseta de los Lagos de Covadonga, algo escorado a la izquierda del apartado oasis de la Rondillina. Por suaves relieves alfombrados remansamos en los meandros de este proyecto inacabado de río.

Empieza ahora la verdadera subida, aprovechando las veredas del ganado que se cuelan por la Cuenye Cubiliega. En la parte alta del valle irrumpe el aislado monolito del Cantón del Texéu.

Pasado el embudo, se va buscando el terreno más favorable por las laderas de la izquierda. El ascenso nos va reconduciendo hasta Soñín de Abajo, una recogida majada con una orientación envidiable.

En llano, hacia el Este, se encuentran las llamargas del Collao Salgaréu. Llega por las faldas de esta cuesta homónima el camino del puerto procedente de Gamoneo de Onís. De frente (Este), nos cierra un peñasco. Un sendero nos permite evitarlo por el Norte, encontrando un buen bebedero en los primeros metros. Más arriba enlazamos con la pista de Demués, en el Collao Camba. Loma arriba, hacia el Este, podemos coronar el Cabezo los Negros, desde donde controlar el avance del resto del grupo.

Bajamos unidos por toda la pista hasta el Collao Reguero. Aunque posiblemente perdamos comba en el ascenso hasta el Collao Pandescura, recuperaremos el tiempo perdido faldeando toda la línea de cumbres apuntada en la otra alternativa del día. Bordea un sendero el Cabezo Pandescura por el Norte. Sólo toca la línea de la cantabria en el Jorcadellín, nuevamente empieza a faldear por el Norte, hacia la majada de Camplengo Dubia. Algo más al Este se encuentra la otra majada, la de Cueva Dubia, donde ya se funden definitivamente ambas alternativas.