PUNTO PARTIDA:

En Tielve (700 metros), carretera que desde Arenas de Cabrales va a Sotres y Tresviso.

DIFICULTAD:

Media. El recorrido sigue los caminos que entrelazan algunas de las majadas de Peña Maín; sin embargo, el descenso a la majada de Arnandes queda interrumpido por las cortadas peñas del sector sudoccidental de Maín. El paso más asequible es el del Arrudo, un corto destrepe colgado sobre aquella majada. Se encuentra calzáu en su base, merced a unos escalones de piedra que facilitan el aéreo paso. Este pequeño descuelgue de segundo grado (IIº) es el único accidente reseñable de la ruta.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

900 metros en ascenso y 1.300 en descenso.

CARTOGRAFÍA:

Adrados,macizo central y oriental de los Picos de Europa, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

Las dos cimas emblemáticas del conjunto de Peña Maín son sus dos “cabecinas”: Cabecina la Mesa y Cabecina Quemada, que, con sus 1.612 metros, es la máxima altura de la sierra. El Llama Ello viaja en esta ocasión a uno de los pocos apéndices del Macizo Central, la emblemática Peña Maín, no para conquistar esas cimas señeras, sino para recorrer algunas de sus más hermosas majadas. Quizás, entre ellas, la de Argandobín brilla con luz propia, eclipsando incluso las reconocidas vistas de la Cabecina Quemada.

Se inicia el recorrido a las puertas de Tielve, en un puente de piedra adosado a un pequeño molino que aparecen señalizados como conjunto etnográfico. Aquí arranca la pista que sube a los invernales de Vierru, un recorrido que encuentra en sus primeros pasos la sugestiva compañía del cementerio del pueblo.

Grandes cuadras e invernales se irán esparciendo por esta vertiente norteña de Peña Maín, en que predomina la pradería sobre las desligadas manchas boscosas, generalmente de porte arbustivo. El Cuetu Vierru emerge solitario de este plácido conjunto pastoril, quebrando la aparente monotonía de este remanso de vida que ha propiciado el asentamiento de Tielve. Despunta como pétreo vigía que guía nuestra aproximación a los hayedos de Maín. Toda la extensión de las majadas de Vierru queda protegida además por la Cabeza la Rasa, una montaña más voluminosa, de roma cima en que se perciben unos amontonamientos de piedra visibles desde el mismo pueblo. A nuestras espaldas se van dejando las cálidas cortadas sureñas de Portudera, verticales desventíos y delgadas agujas que contradicen la reclamada modestia de peñas como el Cuantú y Crimienda..

En los invernales de Vierru, donde muere la pista, se coge el camino a las majadas altas del puerto. Ha de remontarse hasta los últimos invernales, en los lindes del bosque. El camino nos irá desplazando en travesía hacia el Oeste, dejando a nuestra derecha la desplomada pared Sur del Cuetu Vierru. En mitad del hayedo, en un claro del mismo, las faldas montunas de Maín forman el falso Collao Bernil, comba acabalgada de un pequeño peñasco que despunta en mitad de este rincón de la ladera.

El sendero se interna definitivamente en la Cuesta les Cuerres, un sendero que sale a contramano de la collada, para retornar al abrigo del hayedo. Cede el bosque con la altura. En la parte superior se remonta la vaguada que corona el Collao les Cuerres, devolando al jou homónimo. A media vaguada se ha dejado el camino que se desvía hacia la majada de Trisgüerda, por la que se pasa a la Cabeza la Rasa.

Del Jou les Cuerres se sale prácticamente a las cuestas cimeras de Peña Maín. Estas cuestas tomadas de matorral se atraviesan en travesía, doblando los contrafuertes inferiores de la Cabecina Quemada, para cuya ascensión basta ascender por la misma cuesta en sentido diagonal. El sendero apunta un ligero descenso hasta difuminarse en la majada La Poza.

La majada se encuentra en la vertiente Norte de la Cabecina Quemada. El sendero que continúa hacia la majada Jucarrera no abandona esta vertiente, que se ve interrumpida por una profunda vaguada. En los primeros compases del obligado descenso a los fondos de la misma, Los Urrieles despuntan tras las cimeras de Maín. Efímera visión que se desvanece a medida que se pierde altura. Volviendo la vista al suelo, nos fijamos en un bebedero que marca el paso de nuestro sendero.

Se continúa en travesía, por el pasillo natural que se forma entre los lindes del bosque y la peña de la Cabeza Jucarrera (que ahora se pasa a flanquear). La travesía finaliza en un fino crestón que corta sobre las caídas norteñas de Maín, sirviendo una pequeña antena de improvisado jito. La horcadita de la Muezca Jorada nos desvía hacia lo cimero de la sierra, donde nos sorprende la majada Jucarrera. Mas, sin tiempo a reconocerla, nos tiramos por una vallejuca que baja al Oeste, por la que pasamos a la vecina majada de Argandobín. A juzgar por el tamaño de sus invernales tuvo que ser uno de los principales enclaves de Peña Maín. De lo que no cabe duda es de que goza de una de las perspectivas más sugerentes del Picu Urriellu, pues su posición escorada respecto del centro de Maín, permite enfocar casi de frente el Jou Lluengu, por donde se descolgó la primitiva lengua glaciar que modeló las paredes del Picu.

El Picu Urriellu es el protagonista también en Arnandes, donde cede la espectacularidad ante la riqueza cromática de las cabañas y praderías de estas faldas inferiores de Peña Maín, fundida con los poblados hayedos del Monte la Varera y la desnuda caliza de los Urrieles.

Entre ambas majadas se interpone el paso del Arrudo. Por el costado de un coteruco colgado sobre Arnandes, se escalona un corto destrepe muriado en su base. Un pasillo dobla la base del peñasco para entrar en las traviesas que remansan en las laderas que vierten hacia esta majad.

Por las praderías de Arnandes se baja a entroncar con el camino que lleva a Bulnes, procedente del Collao Pandébano. En Bulnes coincidiremos con avalanchas de turistas que llegan ansiosos de ver el Naranjo. Cuando nos pregunten por este monolito, les contestaremos sin dudar que en Bulnes no se ve el Naranjo, que hay que subir a Argandobín. -¿Queda lejos?. Ni con otro tren podríais llegar.

La dificultad del Arrudo ha llevado a plantear un recorrido alternativo más sencillo. El autocar ha de subir hasta la Curvona de Sotres. Por las pistas de la concentración parcelaria llegaremos casi al Collao Pandébano. En travesía por las faldas de Maín alcanzaremos la Cabeza de Matarredonda, desde la que doblaremos a la vertiente de Arnandes. Con menos esfuerzo “conquistaremos” una cumbre y traeremos en la mochila la imagen del Naranjo plasmada en nuestras cámaras.

Para ahorrarnos unos euros, podemos bajar por el viejo camino de Bulnes, un paseo por las Salidas (de Bulnes), una canal tajada entre Peña Maín y el Murallón de Amuesa, donde se confunden el modelado glaciar con el fluvial que le siguió.

Antes de dar por concluida la ruta, cabe acercarse hasta las Maseras de Caleyo. En una pequeña gruta se esconde una poza de agua cristalina. Cuando el agua rebosa, va precipitándose es desiguales cuencos, maseras dispuestas en distintos niveles, que murmuran en la confusión de la penumbra.